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Ciencia Ficción y Política

Literatura del fin del mundo

En este último año que le queda a la Tierra (según las agoreras predicciones mayas), nos pareció justo recorrer los caminos imaginarios trazados por Aldous Huxley, H.G. Wells, George Orwell, Isaac Asimov, Ray Bradbury, Philip Dick y otros tantos maestros de la política-ficción.

¿Qué motiva a los escritores de ciencia ficción? ¿Qué recuerdos se les ponen en juego? ¿Qué deseos? Frenéticos adoradores de la información, pensadores del futuro; son los profetas de nuestro tiempo. Construyen mundos posibles, metáforas surrealistas de la cruda realidad; relatan en el imaginario lo que nuestro estado consciente se niega a descubrir. Odian los círculos ilustrados, se dirigen a las masas, son agitadores libertarios que bregan por la rebelión del mundo esclavo. Desde una oscura y pequeña habitación, algunos en situación de pobreza, rezan al mundo sus plegarias.

¿Científicos frustrados? "Los profesores creen saber más que los alumnos, y eso es falso, tienen prejuicios...", decía Bradbury. La ciencia oficial es un medio, pero está muy lejos del fin, que no es otro que un universo en armonía donde la naturaleza, el hombre y la máquina convivan en perfecto equilibrio. Por eso, su punto de referencia es el fin de este mundo. Y eso los vuelve escritores apocalípticos.

La ciencia ficción (CF) es generadora de paradigmas filosóficos e ideológicos que alimentan nuestra percepción crítica del mundo.

Y la literatura apocalíptica es propia de la cultura judía, varios siglos antes de Cristo, y da fruto a los libros más importantes del Antiguo Testamento (Zacarías y Daniel principalmente). Durante la resistencia judía, se alzan las voces proféticas y apocalípticas que vaticinan el fin del mundo, o el fin de una guerra sangrienta entre la ley de Dios y la ley del hombre.

Esa literatura, sumamente creativa y poética, desaparece con la aniquilación completa del cristianismo primitivo y con la cooptación absoluta de sus creencias por parte del imperio de Constantino.

Pero la literatura apocalíptica moderna, en cambio, surge en el siglo XIX, ya no desde la religión, sino desde la ciencia y la filosofía, con la misma dosis de simbolismo y metaforismo que la apocalíptica antigua. Es cierto que dentro de este género se escribió mucho y una buena parte es escritura de folletín comercial. El mismo Theodore Sturgeon (famoso y muy creativo escritor de CF) dijo: "El noventa por ciento de la ciencia ficción es basura, pero también el noventa por ciento de todo es basura". ¿Y acaso comprendemos el fenómeno que le da origen: épocas de revolución burguesa y de avances tecnológicos que amenazan con el futuro de la humanidad, y la aparición de obras que cambiaron el rumbo de la literatura y la cultura en general?

El hombre contra el hombre

El siglo XX, repleto de guerras mundiales, revoluciones, tiranías, grandes crisis económicas, siglo del dominio del capital sobre las personas, es el marco ideal para el surgimiento de nuevos profetas. La deshumanización del mundo y, en el peor de los casos, su destrucción por los medios que el mismo hombre inventó: la tecnología creada por el hombre pero al servicio del capital, el robot contra su creador.

Las obras fundadoras comienzan a aparecer a finales del siglo XIX. H. G. Wells, militante socialista, creó en 1898 la novela La guerra de los mundos: las fuerzas extraterrestres invaden Inglaterra, poniendo en evidencia la soberbia del ser humano con respecto a la naturaleza. "En los últimos años del siglo diecinueve nadie habría creído que los asuntos humanos eran observados aguda y atentamente por inteligencias más desarrolladas que la del hombre y, sin embargo, tan mortales como él; que mientras los hombres se ocupaban de sus cosas eran estudiados quizá tan a fondo como el sabio estudia a través del microscopio las pasajeras criaturas que se agitan y multiplican en una gota de agua. Con infinita complacencia, la raza humana continuaba sus ocupaciones sobre este globo, abrigando la ilusión de su superioridad sobre la materia. Es muy posible que los infusorios que se hallan bajo el microscopio hagan lo mismo (...).Empero, desde otro punto del espacio, intelectos fríos y calculadores y mentes que son en relación con las nuestras lo que éstas son para las de las bestias, observaban la Tierra con ojos envidiosos mientras formaban con lentitud sus planes contra nuestra raza. Y a comienzos del siglo veinte tuvimos la gran desilusión".

Pero durante todo el siglo XX, en la contraposición violenta de realidades, en el marco de una gran guerra ideológica, con el fantasma rojo recorriendo el mundo y el tironeo constante de la palabra libertad; los escritores de CF apuntaron al corazón del conflicto: la deshumanización. El feroz progreso perdía de vista al ser humano, y las nuevas armas consolidaban la muerte a gran escala. La visión pesimista de autores como el británico Aldous Huxley, con su novela futurista (y una enorme carga de sátira) Un mundo feliz (1932), formaba una corriente distópica, creadora de mundos de pesadilla, en oposición a la CF utópica, representada por Julio Verne.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 110 - julio 2012)

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Autor

Martín Azcurra