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Nota de tapa

Andrés Rivera: "Es mucho más fácil ser fascista que socialista"

Un país desgarrado por un pasado sangriento, engendra nuevos asesinos. Los educa en la miseria, los prepara en las comisarías, los adoctrina por televisión, y los lanza a la calle. Del otro lado, una minoría teme y quiere defender sus propiedades a sangre y fuego. Y en el medio, un escritor de ficciones llamado Andrés Rivera, que se sienta con Sudestada a conversar sobre un presente repleto de optimistas y vacío de alternativas.

1-Nunca tan absurdas, nunca tan inútiles las preguntas cuando de entrevistar a Andrés Rivera se trata. La validez de tales incógnitas apenas radica en esa mínima función de punto de partida que a veces asumen, esa especie de marcha hacia delante en el discurrir del relato. Después se desvanecen, se van esfumando sin dejar huellas en una repuesta que jamás refleja la inquietud que uno intenta acercar. Y si no sirven en la charla, menos en esta trascripción que hoy publicamos de una nueva charla con un escritor difícil de definir en términos literarios, pero definitivamente imposible de categorizarlo en tanto intelectual, en tanto provocador, en tanto catalizador de una realidad que suele infiltrarse en sus novelas, tranco breve, de palabras que resuenan y que se llenan de vigor en el blanco de la página. O en sus cuentos de finales contundentes y personajes que apenas se asoman al relato, ocultando siempre más cartas que las que se muestran. Cuentos como los reunidos ahora en el libro bautizado con el nombre del último de ellos, Cría de asesinos, que publicó hace un par de meses.

Las preguntas sobran, entonces.

"Escogí Cría de asesinos como título para este último libro porque tanto el primer cuento, Iniciaciones, como la segunda tanda que comienza y que está titulada Turno y el último que es Cría de asesinos; hablan de asesinos. Este país cría asesinos, hombres y mujeres. Y hay que detenerse y hablar de los 30.000 desaparecidos, de la matanza de los peones de la Patagonia, de la Semana Trágica, de las noticias policiales de todos los días. Un jovencito escapó y robó veinte pesos después de encajarle al comerciante un balazo en la cabeza; ¿porqué? ¿quién le enseñó todo eso?. Los ladrones profesionales no hacían eso. Te decían 'Quedate tranquilo' y vos te quedabas tranquilo. Desde la televisión, desde siempre un aparato de excepcional propaganda y de arte, cuando hay cálidas escenas de amor la mujer galopa al hombre y a partir de allí puede matarlo. Algo está pasando no sólo en este país sino con la mentalidad, la reflexión de los seres humanos. ¿El mundo capitalista puede prolongar su agonía hasta que nazca una alternativa?. ¿Hay que mencionar el comportamiento de las tropas norteamericanas en Irak?, para no pensar ya en Vietnam. Vuelven a casa y son buenos muchachos o asesinos seriales. Cría de asesinos digo para mi, y es un buen título".

2-Hay un cuento, precisamente aquel que da título al libro de Rivera, que conmueve. Daiana y Lucas son los protagonistas de una historia que la prensa comercial de este país no tardaría en calificar como una crónica marginal. Para ellos, para los medios, Daiana y Lucas, que no gozan los privilegios de un trabajo estable, de una familia tipo que escucha la radio por la mañana y come hasta hartarse por las noches, de un auto en el garage, de vacaciones en la costa los fines de semana largos, son marginales. Cuesta entender cómo los "marginales" en este país son, precisamente, la mayoría. ¿Dónde están los márgenes? ¿Qué minoría temerosa resiste desde ese supuesto "centro" difuso que mira de reojo hacia sus costados con pavura y sube la ventanilla del auto presurosa, y se indigna por los punguistas, y le teme a la violencia hasta que, por una de esas extrañas casualidades, atrapan a uno de esos y les hacen sentir el influjo del miedo a estos marginales que cada vez son más, que ya confunden el centro con los márgenes y escupen en los límites. ¿Quiénes son los marginales, entonces?.

"Qué ideales tienen hoy los jóvenes delincuentes, qué es lo que persiguen: vivir bien robando treinta pesos en esos asaltos express. ¿De dónde nacieron estos secuestros?. Acaban de poner en libertad a un chico, ¿cuánto pagó la familia?: doscientos mil pesos. Tener a alguien secuestrado representa mucho gasto. ¿Cuánto hay de común entre esos secuestros y las desapariciones de años atrás?. ¿Quién le enseñó a quién?, en definitiva.

No por casualidad en muchos de los asesinatos, de los actos de corrupción, hay altos jefes policiales comprometidos. El que hoy es comisario tuvo que hacer una carrera, hay como una suerte de escalafón municipal, cada cuatro años te ascienden. El que ingresó, que salió de la escuela Juan Vucetich tuvo que hacer carrera, veinte años, digamos. ¿Cuánto hace que tenemos democracia en este país?, veinte años. Las saben todas y las que no, se las cuentan, hay tradiciones orales en este país; el José Hernández de uniforme. Ahí sí hubo un dilema hammleteano para nosotros, los integrantes de la sociedad civil, que creemos conocer los orígenes de la delincuencia y que tenemos posiciones tomadas respecto a eso. Pero qué hacemos cuando enfrentamos a alguien que nos pone un cuchillo en la garganta. Ahí se acaban las ideas.

¿Es verdad o no que hay comisarías que arman zonas liberadas y cobran cánones?. ¿Qué se busca con propuestas como ese petitorio que lleva el señor Blumberg?. ¿Bajar la imputabilidad para dentro de poco condenar a los niños en los vientres de sus madres?. Y creen que con eso van a reprimir el delito. También vivimos el país del gatillo fácil, se te escapó un tiro y mataste a una chica que estaba haciendo el amor con su pareja en su casa, listo. Y hay algunos secuestrados que no van a aparecer más, miembros de familias adineradas; a alguien se le fue la mano. A los que secuestran nunca les conviene matar al secuestrado. Por cierto, conozco ya a familias pudientes que viven amuralladas en countries, que quedan subordinados a los caprichos de los custodios. Y cuando salen de los countries nunca saben qué 4x4 los va a interceptar y quiénes montan las 4x4. Así que mejor viajar en ómnibus".

3-Daiana y Lucas, los protagonistas del cuento Cría de asesinos, no han leído a Marx. Tampoco han escuchado, Daiana y Lucas, de pronósticos catastróficos acerca del siempre inminente derrumbe de un sistema cada vez más miserable, cada vez más sanguinario. Tampoco tienen nada qué perder, Daiana y Lucas. Se conocen de memoria las comisarías y el trato que allí dispensan los delincuentes vestidos de uniforme y armados por el Estado. Daiana y Lucas son hijos de un ex policía, retirado de la fuerza por el famoso "se le fue la mano", tan común en las fojas policiales de estas tierras. Daiana y Lucas miran a los marginales, a esos que tienen miedo a perder sus ahorros, a esos que miran en la tele como otros marginales son robados, asesinados, secuestrados, mutilados, y temen por este país de marginales rodeados por hordas delictivas que pintan con sutil mal gusto los medios con letras blancas sobre fondo rojo. Daiana y Lucas definen el capitalismo en menos líneas que el cuento de Rivera, ellos van para adelante. Y ponen el cuerpo.

"El régimen capitalista en este país es incapaz de atacar la indigencia, es decir, chicos que también están condenados, que van a morir pronto por falta de nutrición, porque tienen los huesos débiles, porque son incapaces de reflexionar, como Lucas en Cría de asesinos. Crear trabajo es levantar fábricas, en consecuencia un primer paso hacia la lucha de clases, la aparición de un nuevo movimiento obrero, a lo que Marx llamaba obrero en sí, que es mero obrero y también puede llegar a pensar como un fascista. Ahora si esos obreros comienzan a convertirse en obreros para sí, ahí vamos a tener de un modo muy crudo la lucha de clases, y vale preguntarse entonces porqué vamos a sostener el sistema capitalista, republicano, federal, cuáles son hoy las razones. Uno prende la televisión, o lee Clarín (que es un diario del socialismo reformista), hoy hasta el Pravda de Lenin sería un diario moderado. Esto puede seguir todo el tiempo que ustedes, yo, alcancemos a vivir. La agonía se puede prolongar por siglos.

La gente hace lo del señor Blumberg. ¿No fue un prominente hombre del Partido Justicialista que todavía se llama Carlos Ruckauf quien pidió mano dura?. ¿Y no se levantó gran parte de la clase media en apoyo de eso?. Trotsky alguna vez tuvo esta frase feliz: "No todo pequeño-burgués es fascista, pero en todo pequeño-burgués hay un fascista". Hitler se nutrió de pequeño-burgueses, los que aclamaban al Duce en las plazas de Venecia eran pequeño-burgueses. Por cierto, Lenin venía de una familia pequeño-burgués y Fidel Castro también. Pocas veces los obreros pueden por sí mismos generar líderes de partidos revolucionarios. Demasiadas horas para trabajar, ningún acceso a la cultura, es muy difícil que un obrero lea El Capital, o el Manifiesto Comunista que, en definitiva, era un libro que llamaba a la acción. Ustedes recuerdan que termina con esta frase: 'Proletarios del mundo, uníos', se estaba dirigiendo a los proletarios concientes y los llamaba a acabar con el régimen capitalista. Y para el tiempo de Marx y de Engels el régimen capitalista era atroz... ¿hoy qué es?.

La población de Buenos Aires, empezando por los taxistas, está más cerca del fascismo que de cualquier otra cosa. Es mucho más fácil ser fascista que ser socialista. Proponerse cambiar el mundo es una tarea pesada, como cruzar la Cordillera de los Andes. Ser fascista es tan fácil: ley, orden, mano dura...

Por ahí estuve leyendo la queja de alguien que decía que de la mañana a la noche por la televisión repiten una misma escena de un asalto y de un tipo normalmente joven con la cabeza tapada por una campera y que lo meten en el auto. Bueno, asalto frustrado, gran satisfacción de los eventuales fascistas: "Por fin agarraron a uno". Crónica TV tiene tres imágenes: hechos policiales, carreras de caballos y lotería. Eso es Argentina.

Después, la responsabilidad es de los jóvenes y de los adolescentes que no creen en nada. ¿Quién enseña a creer en algo aquí? Como no tienen salida aparecen los consejos de los Ruckauf y de los Blumberg, mano dura, bajar la edad de imputabilidad de los delitos. La próxima, comprar camisas negras, darles botas, darles porras y legalizar los castigos a los opositores. Los opositores son ustedes. ¿Qué es esta revista que sacan en Lomas de Zamora, me querés decir? No la necesitamos en este país tan rico. ¿Cómo que 'La cultura muerta' (en referencia al título de tapa del número 31 de Sudestada)? Estos títulos no están permitidos"...

La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº33

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"La izquierda lee, la derecha asesina"(*),

Por Andrés Rivera

Dashiell Hammett, el autor del Halcón Maltés, fue juzgado el 26 de marzo de 1953 por el subcomité del Senado estadounidense presidido por Joseph McCarthey que examinaba qué libros procomunistas habían conseguido infiltrarse en ciento cincuenta bibliotecas dependientes del Departamento de Estado en el extranjero.

Entre ellos, había trescientos ejemplares de libros de Hammett en las estanterías de setenta y tres de estas bibliotecas. Por esa razón el escritor fue citado a declarar.

Tras un largo interrogatorio, McCarthey le pregunta a Hammett: "Si usted estuviera gastando, como estamos haciendo nosotros, más de cien millones de dólares al año en un programa de informaciones que se supone tiene por objetivo luchar contra el comunismo, y si usted fuera el encargado de este programa de lucha contra e comunismo, ¿adquiriría usted las obras de unos setenta y cinco autores comunistas y las distribuiría por todo el mundo estampando en ellas nuestro sello oficial de aprobación? ¿O prefiere no contestar a esta pregunta?". Hasta ese momento Hammett se había atenido a la cláusula cuarta de la constitución norteamericana que autoriza a no contestar si la respuesta puede volverse una acusación hacia uno mismo. Pero ante ésta contestó, y dijo: "Bien, yo pienso -por supuesto no lo sé- que si estuviera luchando contra el comunismo creo que lo que haría es no darle a la gente ninguna clase de libros". A lo cual McCarthey agregó: "Viniendo de un autor, este comentario es poco corriente. Muchas gracias, ha terminado el interrogatorio".

La primera revolución perfecta, la más burguesa y acabada y ejemplar fue -en la opinión de Lenin- la francesa, la de la emblemática caída de la Bastilla.

Esa revolución se forjó en la biblioteca de Juan Jacobo Rouseau. A partir de eso me pregunto: -¿Cuáles fueron las bibliotecas que dieron agua y pan a Kurt Wilckens, el obrero anarquista que puso fin a la vida del Coronel Varela, jefe de la represión armada y del pogrón de la semana trágica? Kurt Wilckens leía a Bakunin y a Kropotkin.

-¿A quiénes leyeron los estudiantes que protagonizaron la reforma universitaria de 1918? A Hegel, a Marx, a Engels. ¿Sacudieron el polvo de muchas, pocas, algunas bibliotecas? Sí, allí estaban sus armas. ¿Allí estaba la letra, el grito, la consigna?

Si, allí, en los intersticios de la palabra escrita, reunida por militantes desvelados, por trabajadores que llegaron de Génova y Turín, de la dilatada Rusia zarista, de Barcelona la hermosa, del París insurrecto de 1871.

-¿Quiénes contribuyeron, quiénes nutrieron a los revolucionarios bolcheviques?

Las bibliotecas, que guardaban los trabajos de Marx, de Engels, de Jorge Plejanov, de Rosa Luxemburgo. ¿A quién leyó Rodolfo Walsh? ¿Sólo al aséptico Artur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes? ¿A quién leyó David Viñas en el destierro? ¿Cuáles bibliotecas frecuentó en su azaroso exilio, mientras le llegaban informaciones desgarradoras del holocausto argentino? ¿A quiénes leyeron los treinta mil desaparecidos? ¿Qué bibliotecas dieron asilo a su congoja antes de que los narcotizasen y los arrojaran al mar desde los aviones? ¿Qué leyó, y en cuáles bibliotecas, el ciudadano y ex presidente Carlos Saúl Menem? ¿Y el ciudadano y actual mandatario Fernando de la Rúa? El hoy comandante en jefe del Ejército, teniente general Ricardo Brinzoni, que suele reivindicar, con mala prosa, a torturadores confesos y asesinos convictos, ¿qué lee? ¿A cuáles bibliotecas apela?

-¿Quiénes sacan de las bibliotecas a Esteban Echeverría, a José Hernández, a Roberto Arlt, a Manuel Puig? ¿Quiénes han leído Literatura argentina y realidad política de David Viñas? ¿Y Noticias secretas de América de Eduardo Belgrano Rawson? Títulos imprescindibles para el adolescente, para la dama y el caballero y para los camaradas, si aún los hay. También hay que incluir Respiración artificial de Ricardo Piglia en esta escasa nómina.

-¿Tuvo bibliotecas el teniente coronel Varela, que ordenó ejecutar durante el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen a centenares y centenares de trabajadores en el sur patagónico? ¿Tuvieron bibliotecas Jorge Rafael Videla y Eduardo Emilio Massera? ¿Tuvo una biblioteca Adolfo Hitler? ¿Tuvo una biblioteca Francisco Franco? ¿Qué lee en su retiro Augusto Pinochet.

-¿Qué buscó en las bibliotecas el subcomandante Marcos ¿Qué Karl Marx en el British Museum? ¿Qué Jorge Luis Borges en silenciosas bibliotecas porteñas?

¿Qué buscaron los rehenes políticos e ideológicos de Juan Manuel de Rosas y de los generales José Félix Uriburu, Agustín P. Justo, Pedro Aramburu, Antonio Bussi y del Coronel Ramón Camps? Consuelo, placer, sabiduría, para enfrentar a los laceradores de su carne y verdugos de la contrarrevolución. Lo que aquí sostengo no ofrece posibilidad, ni la más mínima, de refutación: la izquierda lee, la derecha asesina.

(*) El siguiente texto es un fragmento de una conferencia de Andrés Rivera durante el ciclo "Un golpe a los libros", desarrollado entre marzo y septiembre de 2001 en la ciudad de Buenos Aires. El texto integra el libro del mismo nombre, de editorial Eudeba)

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