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Editorial

Carta a Facundo (*)

Hola, Facundo. Acá estamos. Somos muchos y muchas. Te escribimos esta carta porque es lo que nos sale, porque es lo poco que podemos aportar para acomodar esta tristeza. De algún modo, queríamos conocerte, saber bien quién eras, qué te apasionaba, qué cosas te gustaban, qué cosas te aburrían. Así que empezamos a indagar para escribir esta carta. Tu primo Ariel nos escribió ayer y nos contó que te gustaba jugar a la pelota, que la gambeta era lo tuyo y que también pasabas mucho tiempo jugando a la Play, con tus primos. Que tu ídolo era Messi y que tu sueño era jugar en algún equipo de primera. También nos enteramos que vivías con tu abuela Pachona en el barrio Juan XXIII (o también conocido como la Villa Bombilla), en Tucumán. Que cursaste la escuela primaria Dr. Miguel Lillo con bastante esfuerzo pero con buenas notas, y que este jueves arrancabas la secundaria en la ENET Nº5, en doble turno. Sabemos que tu abuela te había comprado ya los zapatos para arrancar la Técnica, aunque mucho no te gustaba usarlos. También sabemos que este 7 de mayo ibas a cumplir 13 años. Que tal vez para esa fecha habías pensado viajar hasta Sunchales, donde vive tu mamá, y visitarla. En Sunchales jugaste en Unión a la pelota, y allí también te anotaste con una profe particular, Estefanía, que se comunicó con nosotros ayer para comentarnos, emocionada, las ganas que le ponías y todo lo que querías mejorar en el colegio.
Todo eso sabemos hoy de vos, Facundo. Pero nos falta mucho todavía. Nos falta saber cómo se escuchaba tu sonrisa cuando te divertías, cómo te enojabas cuando las cosas te salían mal, o qué tenías pensado hacer después de terminar la escuela. También nos falta saber por qué pasan estas cosas en este país. Por qué un miércoles a la noche salís con tus amigos hasta el Parque 9 de Julio a ver las picadas de motos y la policía te grita algo. Y lo que recibís son disparos. ¿Quién nos va explicar por qué? ¿Quién sabe por qué, si sos pibito, pobre, usás gorra, o sos morocho, ya te marcan y te verduguean? ¿Es que alguno sabe cómo se respira en un país donde la policía le tira a un nene de 12 años un balazo por la espalda? ¿Quién tiene una explicación? Sí, ya sabemos: el Estado asesina pibes desde el regreso de la democracia, las fuerzas de "seguridad" son la fuerza choque, el terror en las barriadas, manejan la transa y todos los negocios turbios, eso también lo sabemos. Ellos determina quién vive y quién muere… por la apariencia nomás. Porque saben que si sos pibe, pobre y usás gorrita, ya estás jugado. Porque saben que desde el gobierno necesitan un enemigo público y se lo construyeron con lo que tienen a mano. Porque hay un montón de gente, un montón Facundo, que ayer y hoy desparramaron veneno en las redes. Uno peor que el otro. Dan vergüenza ajena. Pero ¿sabés qué? Lo hacen porque tienen miedo. Y ese miedo los empuja al odio racista. Pero no le tienen miedo al policía que dispara por la espalda a los pibes, no. Le tienen miedo al pibe que limpia vidrios en el semáforo, le tienen miedo al pibe que juega a la pelota o al que toma una birra en la esquina, le tienen miedo a los pibes que andan rajando de la cana porque saben lo que se les viene si los agarran. Y ese miedo, los empuja al odio. Un odio ciego, estúpido, funcional al poderoso. Y el poderoso se mata de risa: los empresarios roban fortunas y las mandan al exterior, los patrones explotan a los laburantes y evaden impuestos, los estancieros no les depositan las cargas sociales a los peones y se quedan con ese dinero, las corporaciones se chupan todos los recursos naturales y se los llevan, las empresas viven de robarle el sueldo a los trabajadores y el Estado los premia, los políticos transan todo el tiempo y hacen negocios con el laburo ajeno. Pero a esos no les tienen miedo. A esos no los odian.... A esos los votan, y los aplauden. Son pobre gente. Lo único que quieren es tener un policía en cada esquina, y sentirse "protegidos". Y después no les interesa si el narco lo maneja la policía, si las redes de trata las maneja la cana, si el juego clandestino, si las "zonas liberadas", si las torturas en comisarías, si los pibes que no aparecen… No, eso a ellos no les interesa, porque viven en su burbuja individualista, mirando la tele. Enfermos del virus del odio racista, del resentimiento de clase. Hablan de "negros" y de "villeros" como si se trataran de adjetivos negativos, como si ellos fueran suecos o finlandeses, o vivieran en los barrios privados de los poderosos. Y no. Ahí están los poderosos, festejando y elogiando a un policía que mata por la espalda. Lo felicitan porque lo necesitan: necesitan darle sangre a ese grupo de enfermos y resentidos.
Por eso Facundo, es que nos sale decir estas cosas. Es que no podemos ni mirarnos a la cara y pensar que una bala policial te mató porque eras pibe, porque era pobre, porque eras morocho. Tenemos un nudo en la garganta, nos hierve la sangre. No sabemos bien qué decir che, algunos pensamos: "Ya van a ver, las balas que vos tiraste van a volver". Pero vas a seguir faltando vos, Facundo. Y nos vamos a seguir preguntando cómo se escuchaba tu risa a lo lejos, o cómo sería uno de esos abrazos que le dabas a tu abuela, o cómo te gustaba pisar la pelota para salir jugando de abajo, o qué equipo de la Play siempre elegías, o qué ibas a ser cuando fueras grande. Nos faltás vos, Facundo. Y nos quedamos sin respuestas. Queríamos decirte estas cosas, amigo. No sabemos si habrá justicia o algo parecido, pero una cosa te juramos: no nos vamos a olvidar de vos. Eso seguro. Te tenemos acá, del lado de adentro. La vamos a seguir peleando porque hay un montonazo de pibes y pibas que se te parecen mucho. Porque vamos a intentar, junto a muchos compañeros y compañeras, otro país. Un país donde todos los Facundo se rían a carcajadas y tiren caños en el potrero. Un país para todos los Facundo. Eso. Vamos por eso, amigo.


(*) Facundo Ferreira, el pibe tucumano de doce años fusilado por la policía de esa provincia el 8 de marzo pasado, en plena calle.

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VERDES

Todo el país habla de ellas. Las rebeldes, las ruidosas, las que marchan, las que argumentan, las que exigen, las que hace rato han decidido no callarse más. Ellas, las protagonistas de este tiempo. Ellas, las que siguen poniendo en cuestión el patriarcado, las que hacen tambalear el escenario del sentido común, las que conmueven las estructuras más profundas del capitalismo. Ellas, hoy, pelean por un ley. Una ley que representa un avance. Una ley que significa determinar que, de una vez por todas, la única con autoridad para tomar una decisión sobre su cuerpo es la mujer. Y allí no hay lugar para neutralidades. Porque su pelea atraviesa la vida cotidiana y la militancia política. Porque su reclamo por educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto seguro para no morir, pinta de verde el futuro de esta tierra. Un futuro verde, como su pañuelo que es uniforme, bandera, identidad y código entre ellas. Marchan, gritan, escriben, pelean. Y de a poco, todos los días, avanzan un pasito más hacia un futuro más digno para todas las mujeres.

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El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.