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Dossier fútbol

Mundial, Grondona y después

En busca de ampliar la mirada sobre el presente del fútbol argentino, Sudestada recurrió a las opiniones de Eduardo Sacheri, Norberto Verea, Gustavo Veiga y Ariel Senosiain para intentar abrir la cancha. El debate que generó la forma de juego durante el Mundial (¿para llegar lejos sólo hay que defenderse?), la puerta que se abre tras la muerte de Grondona (¿oportunidad de cambio o comando en otras manos?), la perspectiva de un equipo al frente de Gerardo Martino (¿continuidad del ciclo Sabella o cambio de rumbo?) y los problemas de siempre del fútbol doméstico son algunos ejes de una discusión que vale la pena profundizar.

El Mundial terminó hace rato, mucho más de lo que representa el tiempo real. Cuando pensamos el dossier de junio, planteábamos la falta de identidad que veíamos en la Selección Argentina. Con los resultados sobre la mesa, creemos que esa identidad se construyó en un juego defensivo, en detrimento del ataque y el destello de las figuras que prometían. Y eso estábamos construyendo cuando se murió Julio Grondona, mandamás de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) durante 35 años, cultor de toda política oportunista que realzó negocios propios y ninguneó al juego y a la pelota hasta volverlos carne de exportación; campeonato corto, largo e incluso "todos juegan"; apuestas en dinero donde el futuro parece siempre una palabra incierta.

Y con esa muerte, seguimos pensando: ¿cuánto cambiará en una institución con tantos dirigentes anquilosados en el poder? Entonces apareció Gerardo Martino como certeza, el último deseo cumplido post mórtem al "Jefe"; pero también la forma clásica (e improvisada) en que se van definiendo los técnicos en la selección Argentina: nada de proyectos a largo plazo, oscilamos entre un Bilardo y un Menotti, un Pincha y un Bielsista.

En todo eso estábamos cuando se dio inicio a un nuevo campeonato local, uno de transición, de "no sabemos bien para qué jugamos", si el que viene (¿en junio? ¿el año próximo?) será una patria grande donde todos quepan y donde nadie se vaya. Los que hoy juegan no cuentan con la presión del descenso, ni con la zona de permanencia (de los partidos más épicos e incluso mejor jugados que hemos visto el campeonato pasado, si no recuerden a Colón, estirando la esperanza hasta el último minuto); el que se alce con el título será el último de un periodo que termina.

Y en esos embrollos que nos mete el fútbol, se nos ocurrió consultar a un manojo de periodistas y escritores que nos pueden abrir un panorama más claro (no por alentador, pero sí por reflexivo) sobre el Mundial que pasó y esta realidad que transitamos (nunca mejor usado el verbo) en el fútbol criollo. Por eso las preguntas son disparadores para que el escritor Eduardo Sacheri y los perioditas Norberto Ruso Verea, Ariel Senosiain y Gustavo Veiga nos aporten sus miradas, decepciones y esperanzas sobre el fútbol vernáculo.

Resabios mundialistas

Empecemos por el principio, la semilla de nuestro dossier: una mirada sobre el reciente (y tan lejano) Mundial, que nos dejó una primera rueda con muchos goles y candidatos de regreso a su casa demasiado temprano, un subcampeonato amargo y un campeón que, dicen, fue el mejor de todos...

Eduardo Sacheri: Fue un Mundial bastante vistoso, sobre todo en la primera fase. Partidos abiertos, con muchos y buenos goles; y a partir de octavos retornó la cautela. No creo que haya habido equipos particularmente destacados, salvo Alemania, tal vez. En ese sentido, no es injusto que haya salido campeón. Los mundiales también muestran, sin tapujos ni hipocresías, que la FIFA es una mega empresa, tan poco íntegra como cualquiera de las de su tipo. Es posible que el fútbol permita, por añadidura, que los manejos turbios y mafiosos sean más evidentes que en otras áreas, donde esas prácticas son menos ostensibles. La designación de sedes (Rusia, Qatar), la reventa de entradas, todo se hace con un criterio ramplonamente mercantil. Pero los futboleros no podemos sustraernos al embrujo del asunto.

Ariel Senosiain: El Mundial me gustó, quedó claro que el nivel futbolístico en la primera ronda fue distinto al de la instancia de eliminación directa. En la primera ronda hubo muchos equipos que salieron a atacar y se dieron partidos interesantes donde los ataques prevalecían, o eran mejores que las defensas y eso nos gusta. Ganó la mejor selección del mundo desde hace un par de años, pero como esto es fútbol estuvo a nada de haber perdido contra un selección que es producto de una situación caótica con brillantes jugadores, pero sin una idea muy clara de juego. Alemania desde hace diez años tiene un plan, de los campeones del mundo mayores de hoy muchos fueron campeones del mundo sub 19. Joachim Löw armó equipos con prioridad en las inferiores, en la formación técnica. Aun así, si Palacio hacía la que erró estaríamos hablando de las brillantes actuaciones argentinas sobre la fuerza colectiva alemana.

El Mundial otra vez dejó la idea de que los equipos están por encima de los jugadores, como una concepción un poco de esta época.Al fútbol siempre hay que analizarlo en el contexto y no hay que pensar tanto en el salvador ni en el caudillo, sino en un movimiento general y colectivo. Si bien estábamos todos esperando que Messi le diera a la Argentina el Mundial, termina ganando un equipo. Obviamente sigue habiendo figuras, como Robben, James Rodríguez, Messi en los primeros partidos, pero el fútbol tiende a que un equipo no solamente levante individualidades sino que opaque las del otro...

(La nota completa en Sudestada N° 132 - septiembre 2014)

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Nadia Fink