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Entrevista

Enrique Medina: Memorias del subsuelo

"Medina es un efecto literario y las causas no se detentan. 'La vita se la vive o se la escrive', decía Pirandello. Medina hizo las dos cosas. Otros no llegan más que a escribirla sin haberla vivido."

Isidoro Blaisten, Prólogo a Las hienas, 1975.

En los primeros meses del año 1972 Enrique Medina sacudía al mundo literario con una de las novelas más devastadoras que se hayan escrito en Argentina: Las tumbas. Este relato semi-autobiográfico que describió con minuciosidad la vida en las cárceles de menores llamadas eufemísticamente "institutos", significó su espectacular ingreso al ámbito de las letras y es sin lugar a dudas una de sus grandes novelas, junto a El escritor, el amor y la muerte, Perros de la noche o Las muecas del miedo.

Cuestionador por naturaleza, Medina es uno de los escritores más violentos que dieron estas tierras. Su prosa desprovista de pomposidad y de clichés narrativos es el punto fuerte de una trayectoria sin igual.

Tal vez aquellas reuniones a fines de los sesenta en el bar La academia de Callao y Corrientes junto a los hermanos Lamborghini, el poeta Marcelo Uzal, el fotógrafo Roberto Magri o aquellas tardes en las que era uno más en las charlas que Leopoldo Marechal mantenía con otros jóvenes entusiastas por el arte y la política en el departamento de la calle Rivadavia del autor de Adán Buenosayres fueron las que provocaron la decisión para que se dedicara a escribir. Medina no tiene discípulos ni precursores, se mantiene al margen de todo,

como lo estuvo durante su infancia y su adolescencia en los institutos y como lo estuvo, en el "mundillo" de la literatura -generalmente compuesto por escritores de clase media y alta- sufriendo la prohibición de sus libros bajo el gobierno peronista y la última dictadura militar. Hoy, con el peso de aparecer como un solitario, el escritor no se detiene y continua escribiendo.

La vida en los institutos

"Es como yo la planteé en Las tumbas. Un desastre. A veces me preguntan cómo fue en la época de los militares, y debe haber sido mucho peor que cuando yo estuve, lógico. Si veías lo que pasaba en la calle... imaginate adentro.

En verdad los institutos no sirven para nada, son la antesala del infierno. Cuando las damas de beneficencia fundaron estos lugares estaban bien intencionadas. Eran las mujeres de los políticos conservadores que al no tener nada que hacer y querer figurar decían: "Es como yo la planteé en Las tumbas. Un desastre. A veces me preguntan cómo fue en la época de los militares, y debe haber sido mucho peor que cuando yo estuve, lógico. Si veías lo que pasaba en la calle... imaginate adentro. En verdad los institutos no sirven para nada, son la antesala del infierno.Cuando las damas de beneficencia fundaron estos lugares estaban bien intencionadas.

Eran las mujeres de los políticos conservadores que al no tener nada que hacer y querer figurar decían: 'chicas, hagamos algo por los pobres' y en un principio estuvo bien hecho pero ¿qué fue lo que pasó? Apareció la burocracia, que mata toda buena intención y se transforma en un monstruo corrupto. Al tiempo que crecen los institutos crece la burocracia, o al revés, es lo mismo. Hoy el pibe que está en un instituto sale una millonada de pesos. Si a esos chicos los ponés en hogares sustitutos con gente que quiera adoptarlos y considerarlos parte de la familia, salen mucho más baratos y personas de bien. Pero la política necesita de la burocracia para pagar favores políticos, y esto ocurre en todos los órdenes.

De los pibes vive mucha gente: directores, porteros, celadores, celadoras, psicólogos, etcétera y etcétera, fláccidas nalgas que sólo calientan asientos, que por lo visto, viendo la realidad hoy, no han hecho bien su trabajo, si es que lo han hecho. Es la misma historia que con diputados, senadores, concejales o jueces: sueldos, partidas, coimas, jubilaciones de privilegio, mejor no hablar. Si hacés un promedio de todos los gastos que hay para minoridad y lo dividís por la cantidad de chicos en cada instituto te vas a dar cuenta que cada uno sale al día un montón de plata. Pero de esa cantidad el mayor porcentaje es para la burocracia parasitaria con escritorios para secretarios de secretarios, profesionales especializados, en fin...

(Completa en Sudestada edición gráfica Nº 28)

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Autor

Walter Marini