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Una mirada sobre sus libros III

El abrazo de las palabras

El libro más entrañable de Galeano se abre de par en par. En él comienzan a desandarse esos relatos breves, una manera de escribir que lo acompaña hasta estos días. Palabras que abarcan todo lo condensable, y que se llenan también de silencios. Por eso nos animamos a desmenuzarlas, a sentirlas, a ponerlas patas para arriba... y así lo contamos.

"El sistema, que no da de comer, tampoco da de amar: a muchos condena al hambre de pan y a muchos más condena al hambre de abrazos".

A veces, casi siempre, un libro es más que un objeto de tinta y papel. Entre todas las atribuciones que se le pueden encontrar; entre la emoción, el entretenimiento, el aprendizaje, el aburrimiento, la excitación, el somnífero, la imaginación; entre todos ellos, está el abrazo: La tapa es la mano derecha, la contratapa es la izquierda, y las hojas un pecho ancho, cálido, como de abuela grandota y tetona, donde se puede sumergir la cara y sentir que nada en el mundo logrará ultrajar ese escudo tibio y protector.

"...Esa mujer de Oslo viste una falda inmensa, toda llena de papelitos. De los bolsillos va sacando papelitos, uno por uno, y en cada papelito hay una buena historia para contar, una historia de fundación y fundamento, y en cada historia hay gente que quiere volver a vivir por arte de brujería. Y así ella va resucitando a los olvidados y a los muertos; y de las profundidades de esa falda van brotando los andares y los amares del bicho humano, que viviendo, que diciendo va".

En su Libro de los abrazos, Eduardo Galeano cuenta algunas anécdotas que muestran realidades sabidas o desconocidas, crudas, difíciles. Pero leerlas no lastima, no destruye, porque las relata con palabras-escudo, con calidez y poesía. Habla de la tristeza y del amor, de la explotación y de la amistad, de la muerte y del arte, del silencio y de la risa. Denuncia la injusticia y festeja la vida, las pequeñas cosas que consiguen cambios enormes. Y, por sobre todo, rescata la importancia de la palabra, el poder que tiene cuando se la usa para no dejar morir a la historia, para demostrar afecto, para desmentir los discursos oficiales.

"Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir, a la voz humana no hay quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por donde sea. Porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada o perdonada".

El terror adopta diversas formas para Galeano. Está el directo, provocado por ejemplo por las dictaduras y sus asesinos, pero también está el terror solapado bajo el nombre de educación, el miedo infiltrado desde la religión, la moral y las buenas costumbres. La cultura del miedo y el olvido, fundamentales para que los poderosos puedan sostener su dominio sobre los más débiles, es decir, la mayoría.

"¿Para qué escribe uno, si no es para juntar sus pedazos? Desde que entramos en la escuela o la iglesia, la educación nos descuartiza: nos enseña a divorciar el alma del cuerpo y la razón del corazón. Sabios doctores de Ética y Moral han de ser los pescadores de la costa colombiana, que inventaron la palabra sentipensante para definir al lenguaje que dice la verdad".

(La nota completa en la edición especial #7 - Enero 2013)

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Autor

Carolina Uribe