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Malditos: Kurt Lutman

Un rebelde colgado del alambrado

Un futbolista diferente que fomentó siempre la solidaridad y lo colectivo. Un rebelde que militó en HIJOS, ligó un cuchillazo por defender a un compañero y que hoy, retirado del fútbol, labura de albañil.

Hay poco espacio para rarezas en el mundillo del fútbol. De vez en cuando alguien rompe el discurso cotidiano y expresa frases como "Éxito y felicidad no funcionan como sinónimos: hay gente exitosa que no es feliz y hay gente feliz que no necesita del éxito para serlo" como escuchamos decir a Marcelo Bielsa en una conferencia de prensa. Tal vez no sabía, cuando lo dijo, lo mucho que hablaba del protagonista de esta historia.

Kurt Lutman supo ser (y lo sigue siendo, cada vez con más fuerza) una de esas excepciones que, por eso mismo, más tarde que temprano terminan saliendo a la luz.
El volante que nació un 11 de septiembre de 1976 había llegado a Primera con 17 años.

Los relatores, periodistas y los hinchas que no seguían los partidos de la reserva creían que se trataba más de un refuerzo europeo que de un local.

Pero de europeo tenía solo el nombre. Rosarino e hincha de Ñuls, Kurt cumplió el sueño de debutar en su equipo, donde realizó todas las inferiores. El nombre tan original fue un deseo de su madre de que le saliera un hijo alto, rubio, galán y de ojos celestes como el protagonista de la novela de Corín Tellado que se llamaba de esa manera. De entrada nomás, la vida le mostraría a la madre que no había nada más alejado de ese personaje que su hijo Kurt.

Poco después del debut, se fue a préstamo primero a Godoy Cruz de Mendoza y luego a Huracán de Corrientes. No serían destacables sus pasos por ambos clubes si no fuera porque le marcaron un camino y lo distinguieron en su forma de andar: Fue en Mendoza donde se cruzó con las madres que marchaban un 24 de marzo por la plaza Independencia. Fue también ahí que empezó a pensar que había nacido en la misma época en que a muchos niños se los secuestraba y se les negaba su identidad, que era parte de una generación que había sufrido la política sistemática de la dictadura, y así se acercó a los compañeros de HIJOS para empezar a militar en la agrupación.

A Lutman la injusticia le duele. Y la acción es siempre su forma de llevar adelante el descontento. Por eso agarró a piñas a un represor durante un escrache, harto de que se paseara tranquilo por su barrio.
De la misma forma su solidaridad y su carácter intempestivo lo marginaron de Huracán de Corrientes. A préstamo en el año 98, Kurt y sus compañeros habían cobrado apenas llegados a la institución. Lo cual era bastante atípico y los hacía sentir que estaban en un lugar paradisíaco para el fútbol actual, "pero después nos enteramos de que a los pibes del club les debían seis meses. Hablamos con los directivos y ahí empezamos a chocar". La cosa estaba espesa, hasta que en un entrenamiento en pleno verano correntino, el preparador físico, personaje caracterizado por su violencia y envalentonado por el lugar de "protector del orden" en el que lo habían puesto los dirigentes, amenazó a uno de los jugadores porque no se había querido poner la remera... "Yo salí corriendo para meterme, pero el tipo me tiró un cuchillazo y me hizo un corte en la panza. Ahí nomás me pegué la vuelta".

También fue esa la última vez que lidió con un representante, decidió seguir solo después de escucharle decir: "Vos cobraste, ¿no? Entonces no te metás, jugá al fútbol y quedate piola'".

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 107 - abril 2012)

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Autor

Nadia Fink