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Nota de Tapa

Salvador Allende, de regreso

Líder estudiantil. Médico. Fundador del partido Socialista de Chile. Senador por Valparaíso. Ministro. Candidato a la presidencia. Presidente. Salvador Allende simbolizó el esfuerzo colectivo de millones de trabajadores, campesinos, estudiantes e intelectuales chilenos que fueron fraguando un proyecto político capaz de transformar radicalmente la sociedad en la que vivían. Allende fue líder y aglutinador de dichas fuerzas, y su caída hace casi 40 años sólo revive causas, reflexiones y anhelos. El metal tranquilo de su voz sigue convocando a millones

Septiembre otra vez. El domingo 4 de este mes, los restos de Salvador Allende recibirán otra vez un funeral público, en Santiago. Singular. Allende ha sido inhumado dos veces, previamente. En 1973, en un sepelio secreto, apurado, horas después de ser derrocado por el golpe militar de Pinochet. Después, en 1990, al volver la democracia, en una ceremonia que tuvo ribetes, como faz contraria, de acto masivo y de hondo impacto popular.

Siempre septiembre. El mes de la fiesta de independencia chilena; el de la primavera en flor; el mes en que fue electo presidente, en 1970; el mes de las oscuras golondrinas; el mes en que fue derrocado. El nombre de Salvador Allende como un eco.

Este 2011 ha sido peculiar también. En mayo pasado, su cadáver fue exhumado para una pericia legal y para abordar así una de las incógnitas más relevantes desde la caída del gobierno de la Unidad Popular. Allende se suicidó o fue asesinado. La autopsia reveló que el presidente, finalmente, se autoinfirió el tiro que le costó la vida. Si acaso esta información de la medicina legal resulta relevante para el sentir de millones es un interrogante analizable desde los códigos de lo emocional, lo cultural y lo político. Como ejemplo de lo anterior, una línea de una carta pública firmada por Rodrigo Karmy Bolton que circuló en esos meses en Chile:

"Hoy cuando los restos del Presidente Allende están siendo exhumados por una pericia policial habrá que afirmar más que nunca que estos restos somos todos nosotros".*

Salvador Allende fue "lo más alejado a un mediocre", dice el libro El Chicho Allende de Carlos Jorquera, el Negro, su secretario de prensa por décadas. Allende fue un hombre público con sentido de la historia, dice también allí; leyó y se propuso realizar lo que generaciones de chilenos, sobre todo los más sencillos y humildes, venían fraguando desde las primeras organizaciones obreras a fines del siglo XX: cambiar radicalmente el sistema social. Complejo Allende. Difícil separar el líder político del humano. Complicado separar su rol individual de su obra como personaje público y líder de un gobierno.

Se intenta, en estas líneas, recoger diversas voces sobre Salvador Allende. Tomarlo como un punto de partida. El cronista chileno Ernesto Guajardo escribe sobre Juan Demarchi, el fantasmal mentor anarquista de un Allende adolescente, en Valparaíso, a inicios del siglo XX. Los escritores Álvaro Bisama y Mauricio Feligrés se refieren a la figura de Salvador Allende desde una saludable irreverencia. Renato Prado nos envía desde Valparaíso una postal de inicios de los 70. También le ponemos atención al extracto de un discurso a propósito de la gestión obrera. Entrevistamos en Santiago de Chile a Carlos Jorquera, El Negro, sobreviviente del bombardeo al palacio presidencial de La Moneda; charlamos también con Eugenio Labarca, militante de izquierda, contemporáneo y crítico del gobierno de la Unidad Popular; y con Hernán Soto, periodista y subsecretario de Minería del régimen de Allende, quien habla sobre uno de los logros históricos del período: la Nacionalización del cobre, de la cual se cumplieron, el 11 de julio pasado, 40 años, en medio de las movilizaciones estudiantiles que, justamente, reclaman la renacionalización total del metal rojo para financiar su anhelo de educación gratuita y de calidad.

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 102 - septiembre 2011)

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Autor

Felipe Montalva