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Dossier

David Viñas. Adiós a un provocador

Polemista feroz, incómodo observador de la realidad y desafiante de los poderosos, David Viñas se fue hace unos días, y dejó una profunda huella en todos aquellos que intentamos acercarnos a través de sus ensayos al pasado para comprender mejor el presente argentino. Como saludo final, una entrevista realizada en 2003 por Néstor Kohan donde aborda, entre otros temas, una perspectiva crítica de la izquierda local y un análisis de las transformaciones sociales en la burguesía local. Además, opinan Carlos Penelas, Juan Bautista Duizeide y Leandro Albani.

Alguna vez Marx, en una formulación famosa, pidió conjugar las armas de la crítica con la crítica de las armas. En la cultura argentina David Viñas ejerce desde hace décadas ambas modalidades de crítica. Mantener esa actitud, sin plegarse a las modas del momento, no resulta fácil. Fundamentalmente en nuestra cultura, siempre tan proclive a dejarse cautivar por "el último grito" académico de París y a acomodarse rápidamente con la onda política del momento.

Como alguien que se siente fuera de lugar y como un aguafiestas -¿qué es un intelectual crítico sino un aguafiestas?-, Viñas nunca ha tenido miedo de impugnar los consensos superficiales de último minuto. Esta entrevista no es una excepción a la regla.

Conviene recordar, por ejemplo, que durante los primeros años de la llamada "transición a la democracia", cuando varios intelectuales vernáculos volvían del exilio mexicano renegando de sus fervores marxistas de los 60 y 70 y se abrazaban, entusiastas, arrepentidos y conversos, a las becas socialdemócratas europeas y a los millonarios subsidios de las fundaciones norteamericanas, David Viñas rechazó una beca Guggenheim que le otorgaba más de veinte mil dólares. Cuando le preguntaron las razones de ese "inexplicable" rechazo, teniendo en cuenta que ni siquiera era dueño de su casa y tenía que pagar un alquiler, Viñas apenas susurró el nombre de sus hijos desaparecidos durante la dictadura (María Adelaida y Lorenzo Ismael) y el del escritor Haroldo Conti...

La entrevista adoptó como punto de partida la reedición de Indios, ejército y frontera, ensayo que prolonga la zaga punzante iniciada en Contorno y en la controvertida obra de 1964.

Siempre coherente con su voluntad de incomodar, de patear el tablero y la complacencia acomodaticia de un medio sumergido -desde 1976 a la fecha- en sospechosos edulcorantes dietéticos, en esta entrevista Viñas hace referencia con nombre y apellido a diversos intelectuales argentinos. Cuando ya nos estábamos despidiendo, le pregunté si mantenía esos nombres en la edición o los quitaba. "Compañero -advirtió- la polémica tiene que ser ad hominem. No se puede polemizar en abstracto y cómo haciéndose el distraído". Esa fue, seguramente, la mejor definición de su labor crítica.

El diálogo tuvo lugar en el bar de la librería Losada de la calle Corrientes, en la noche de un frío viernes de junio del año 2003.


Exilio y dictadura

-¿Cómo se gestó la investigación de Indios, ejército y frontera?

-Yo estaba en España y allá llegó la noticia de la celebración oficial en la Argentina de Videla de la "Campaña al desierto". ¡Un escándalo! Eso coincidió con mi estadía en Berlín durante cuatro o cinco meses -fui para dar unas clases- y allí pude consultar esa descomunal biblioteca donada por Ernesto Quesada, que hoy está en la Biblioteca Iberoamericana de Berlín.

-¿Tu libro fue un intento de respuesta a la dictadura?

-Desde el comienzo está planteada la polémica. Aparecía claro que en 1879 se superponían las dos figuras: el civil y el militar encarnados en el general Roca, responsable del aniquilamiento de 20.000 personas, aproximadamente.

-¿Y en 1979, un siglo después?

-Bueno, entonces los desaparecidos fueron 30.000. La información que recibíamos en el exilio era que los militares estaban matando gente "por la libre". Yo creo que por entonces le adjudicaba mayor importancia -eso era lo que se veía, y en el exilio ni te cuento- a los militares. No articulaba suficientemente y de manera explícita el proyecto económico subyacente y determinante. Si tengo que hacer autocrítica, creo que en este libro queda sesgada esa articulación de clase en función de una visión más civilista, donde el eje está en la crítica de los militares.

-¿Qué público tenías en mente cuando lo escribiste?

-Esto se escribió en España, el público era europeo (aunque luego se publicó también en México). Ellos, en España, no entendían bien la política argentina. ¿Cómo era que el golpe de Estado de 1976 se lo habían dado a Isabel Perón...? Ellos tenían en mente el modelo de Chile: un gobierno socialista derrocado por militares. Para explicar la situación argentina de 1976 hacían falta años de explicación... Nosotros decíamos: "Ni Isabel Perón ni Videla". ¿Con qué me quedo? ¡Con nada me quedo!

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº 97 - abril 2011)

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El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.