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Santiago Feliú

"Yo intento una canción de arte, incluso para denunciar"

"En realidad, uno va diciendo lo mismo sólo que con nuevos versos", confiesa Santiago Feliú, de paso por Buenos Aires. Con su guitarra al hombro y un puñado de canciones que no se detienen ante las fronteras de los géneros, el cantautor cubano revisa su pasado y también propone una mirada singular al presente del dinámico escenario por donde se deslizan sus melodías: Cuba y América Latina.

Difícil explicar el género al que sus composiciones pertenecen. En una mezcla de nueva trova, con tintes de guitarras eléctricas y algunas distorsiones, los últimos trabajos de Santiago Feliú transitan por ese, felizmente, indefinido contorno entre las imágenes de las calles de La Habana Vieja, junto a los dolores y las alegrías del espíritu. Santiago forma parte del movimiento cultural de la Nueva trova y de la novísima, ya que se incorpora con apenas 16 años al grupo que formaban su hermano mayor Vicente, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Incola, entre otros músicos hijos directos de la revolución de 1959. Tiene una manera casi inédita de tocar la guitarra, ya que la coloca para tañer con su mano izquierda y formar las notas y acordes sobre el diapasón con su mano derecha pero sin cambiar el orden a las cuerdas. Así le quedan los bajos abajo y los agudos arriba, con una técnica que ha tenido que inventarse. La primera impresión suele dejar desconcertado a todo el que pueda entender un poco lo que él se trae, precisamente, entre manos. El gran músico cubano Nicola dijo alguna vez sobre las composiciones de Santiago: "están presentes las distintas fuentes que han alimentado el manantial creativo: la música pre-renacentista europea, raíces comunes a distintas culturas latinoamericanas, sanas influencias de sus antepasados de toda la trova cubana, algo de rock sinfónico, algo de country music y algo de rítmica quebrada e improvisación melódica que él ha ido encontrando por diferentes caminos".


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº90 - Julio 2010)

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Autor

Martín Latorraca