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Nota de tapa

El futuro de Cuba: Revolución año cero

"Debemos ver lo hecho hasta ahora como punto de partida", definió Fidel Castro. Después de 47 años de resistencia, la Revolución cubana se enfrenta al desafío de sobrevivir a la muerte de su máximo referente. Y también plantea a los revolucionarios del mundo el dilema de la construcción del socialismo como una tarea cotidiana, contradictoria y acechada por los enemigos de siempre y los nuevos también. Cuba hoy debate su futuro, y el mundo escucha con atención la voz de ese pueblo ejemplar. Sudestada recurrió a la opinión de siete intelectuales de la isla para que definan las claves del presente y el futuro de la Revolución.

1. Un punto de inflexión. Un profundo replanteo de los errores cometidos. Una drástica advertencia. Un nuevo punto de partida. Un hallazgo dialéctico, un plan de tareas, una brújula. Sobran definiciones para un discurso que marca un hito, otro más, en las crónicas de la Revolución cubana. Porque más allá de los anuncios de coyuntura, la exposición de Fidel Castro del 17 de noviembre de 2005 en la Universidad de La Habana representa la salida a la luz del programa táctico y estratégico más importante de la historia de Cuba.

Lejos de eufemismos, las palabras de Castro en ese discurso son categóricas y resuenan como martillazos: "Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra". Y más tarde agrega: "Debemos estar decididos: o derrotamos todas esas desviaciones y hacemos más fuerte la Revolución destruyendo las ilusiones que le puedan quedar al imperio; o vencemos radicalmente esos problemas o moriremos".

Hay, es cierto, una construcción discursiva que vale la pena estudiar y que está ligada, sin dudas, a los últimos veinte años de historia cubana. No hay forma de comprender la magnitud de un texto que no es otra cosa que una caracterización del presente y un programa de acción para el futuro. En primer lugar, hay un punto de inicio que destaca la importancia de lo conseguido hasta ahora a partir de una convicción nacional de defensa de las conquistas. Allí Fidel señala: "Son las ideas las que nos unen, son las ideas las que nos hacen un pueblo combatiente, son las ideas las que nos hacen, ya no solo individualmente, sino colectivamente, revolucionarios; y es entonces cuando se une la fuerza de todos, cuando un pueblo no puede ser jamás vencido". Pues bien, es en el terreno de las ideas donde Cuba establece sus desafíos y donde marca la línea de combate frente a los problemas del presente. Es a partir de este compromiso colectivo, cimentado en décadas de resistencia, que es posible discutir abiertamente los errores y corregir los defectos. Si las ideas han sido el campo de batalla donde la Revolución ha conseguido su victoria más importante, es en las ideas donde se definirá su estrategia.

En segundo lugar, no se oculta el diagnóstico: se trabaja y se profundiza. Hay ineficiencia, hay descontrol administrativo, hay robo y despilfarro, hay corrupción, hay desvío de recursos, hay malestar y desigualdades. Una observación: es vital para la batalla de ideas trasladar la discusión a nivel nacional, ese es el primer paso: "En esta batalla contra vicios no habrá tregua con nadie, cada cosa se llamará por su nombre. (...) Se habla de crítica y autocrítica, sí, pero nuestras críticas suelen ser casi de un grupito, nunca acudimos a la crítica más amplia. (...) Crítica y autocrítica, es muy correcto, eso no existía, pero si vamos a dar la batalla hay que usar proyectiles de más calibre, hay que ir a la crítica y autocrítica en el aula, en el núcleo y después fuera del núcleo, después en el municipio y después en el país. (...) Nosotros estamos invitando a todo el pueblo a que coopere con una gran batalla, que no es sólo la batalla del combustible, de la electricidad, es la batalla contra todos los robos, de cualquier tipo, en cualquier lugar", dice Fidel.

Sobresalen aquí algunas propuestas tácticas de rápida ejecución para superar los defectos generados por el "Período especial". Frente a problemas concretos que complican la economía y que irritan a la población, pues hay que buscar una salida inmediata. El problema energético, por caso: "Necesitamos con urgencia un cierto desaliento al despilfarro de la electricidad. Vean, un cierto desaliento, no es la fórmula definitiva, que esa es otra. Pero ahora, que comenzamos a distribuir ya en masa un número de equipos, mientras más ahorremos, más equipos podemos distribuir; y mientras más equipos podamos distribuir, más ahorramos energía y más dinero comenzamos a recoger desde fines de este mes y principios del próximo año, pero es imprescindible entrar en diciembre estableciendo cierto límite al colosal despilfarro de electricidad".

Las tareas centrales desde lo táctico son planteadas: ahorro, control y centralización de los recursos públicos. Ya veremos más adelante y a través de ejemplos concretos cómo se llevaron adelante estas tareas durante 2006.


2. Si hubo un gesto que borró dudas sobre la disposición del gobierno por atacar el desvío de fondos públicos, fue el de Fidel Castro al elegir pasar la noche del 31 de diciembre en una gasolinera, símbolo del despilfarro de los recursos más sensibles de la economía.

Ya en marzo de 2005, el propio Castro había reconocido que se estaban dejando atrás los lastres del "Período especial", achicando los espacios cedidos al mercado y con un Estado recuperando la centralización de la economía. De hecho, el anuncio del crecimiento del 11,8% de la economía cubana durante 2005 (el mayor registrado desde 1959), no fue recibido con sorpresa: era el resultado del impulso dado por la nueva estructura económica, dependiente hoy de los servicios, como el turismo, la salud y la biotecnología (en 2004, el sector ya concentraba el 57,6% del total de los ingresos); y de la exportación de níquel como prioridades. Atrás en la historia quedaron los tiempos en que la producción de azúcar concentraba las preocupaciones: hoy ha crecido la importación de alimentos y la producción local del crudo, que sumado al acuerdo con Venezuela (unos 98 mil barriles diarios de petróleo), garantizan el abastecimiento.

El control de cambios, la consolidación del peso convertible y la expulsión del dólar de la circulación fueron otras de las medidas beneficiosas, a las que se unió en este año la revaluación del peso cubano y la devaluación del dólar. "Estas decisiones de política monetaria fortalecieron la soberanía del país, le quitaron al gobierno de Estados Unidos instrumentos para hacernos la guerra económica y contribuyeron a lograr un funcionamiento de la economía acorde a los intereses estratégicos de la nación", explicó en diciembre de 2005 Osvaldo Martínez, presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional, para después agregar que las inversiones crecieron casi un 39% y el desempleo de la isla registra un 1,9%.

Después de años de crisis profunda, hoy la economía cubana asoma consolidada y se aleja de los tiempos ruinosos derivados del derrumbe de la URSS, quince años atrás. Y este importante crecimiento se sucede en un año caracterizado por fuertes adversidades naturales: el azote de tres huracanes y la sequía más intensa en un siglo en la isla durante 2005.

La ofensiva del gobierno sobre el despilfarro y el robo de recursos, basada en nuevas políticas de control y ahorro energético, es otro eslabón en esta cadena. Desde octubre de 2005, cerca de 28 mil trabajadores sociales sustituyeron súbitamente en sus tareas a los expendedores de gasolineras de Cuba Petróleo para intentar evitar la sustracción ilegal del combustible y su posterior reventa a bajo precio en el mercado negro. Las cifras de recaudación se multiplicaron rápidamente: el propio Castro puso como ejemplo que con lo que se robaba allí podía financiarse toda la educación superior de la isla, que cuenta con 500 mil estudiantes.

También se anunció el fin de los subsidios al consumo de bienes y servicios; se reforzaron las tareas de control en el puerto de La Habana, se incentivaron las inspecciones realizadas por sorpresa en los mercados agropecuarios (donde, desde el "Período especial" se permite que un porcentaje de la producción total se venda a precios liberalizados); y se intensificó la pelea contra las ilegalidades detectadas en los restaurantes privados, llamados "paladares".

La otra parte de la ofensiva tiene que ver con el ahorro de la energía, verdadera prioridad para 2006, bautizado desde la dirección como "Año de la Revolución Energética". El mejoramiento del sistema eléctrico se basa en el reemplazo de las viejas termoeléctricas por pequeños generadores que producen energía con el gas asociado al petróleo, distribuidos a lo largo del país y sincronizados regionalmente para que cada provincia tenga autonomía eléctrica; y una apelación a la conciencia ciudadana a partir del cambio en el esquema de tarifas, donde se protege el bajo consumo pero se castiga el alto con un aumento inédito desde 1959, y el incentivo del empleo masivo de focos ahorradores y electrodomésticos más eficientes.

Los resultados de la política energética aparecieron en el discurso de Fidel Castro en el pasado 1° de Mayo, donde se subrayó un crecimiento del 12,5% en la economía en el primer trimestre del año y un ahorro de más de un millón de kilowats (en el sector residencial, el consumo promedio mensual se redujo de 130 a 126,8 kilowats/ hora) hasta ahora. "El pasado 17 de enero dijimos que para hoy, 1° de mayo, tendríamos una capacidad de un millón de kilowats, cifra equivalente a tres termoeléctricas Antonio Guiteras. La cifra ha sido rebasada. Contamos con una potencia de más de tres veces la capacidad real de la Guiteras, que fue instalada en menos de ocho meses", informó Castro.


3. El llamado "Discurso de la Universidad" propone también un elemento estratégico que parte de los interrogantes que se hacen todos los revolucionarios del mundo acerca del proceso cubano. Hay en este punto, varias aristas que confirman la importancia del discurso a un nivel que supera lo estrictamente coyuntural. Se plantea directamente el dilema de la supervivencia de la Revolución en el corto plazo.

"Entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error fue creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía cómo se construye el socialismo (...) Hubo quienes creyeron que con métodos capitalistas iban a construir el socialismo. Es uno de los grandes errores históricos", define Fidel. En este punto, se establece el paradigma de la Revolución cubana como experiencia inédita dentro de la historia del socialismo mundial. No hay ahora modelos a los cuales imitar, ni siquiera teóricamente. No existen hoy caminos recorridos a los cuales consultar, aunque más no sea para evitar viejos errores. Después de subsistir económicamente al derrumbe del campo socialista europeo, única referencia internacional del socialismo como sistema político hasta entonces; Cuba se enfrenta otra vez al desafío de la excepción (sin ser un caso excepcional, tal como apuntara el Che) y la soledad, a la incertidumbre de contar sólo con sus propias herramientas teóricas. Los ojos del mundo, otra vez, están mirando hacia la isla para ver cómo resuelve los nuevos obstáculos que se le presentan.

Sí persiste en el modelo cubano la experiencia aprehendida a fuerza de crisis y aislamiento del desastre soviético: "Pienso que la experiencia del primer Estado socialista, Estado que debió arreglarse y nunca destruirse, ha sido muy amarga. No crean que no hemos pensado muchas veces en ese fenómeno increíble mediante el cual una de las más poderosas potencias del mundo, que había logrado equiparar su fuerza con la otra superpotencia, un país que pagó con la vida de más de 20 millones de ciudadanos la lucha contra el fascismo, un país que aplastó al fascismo, se derrumbara como se derrumbó", señala Fidel. Los riesgos están claros: si una potencia a nivel global como la Unión Soviética se desmoronó en días sin un solo disparo de por medio y sin poder adjudicar la culpa de semejante retroceso histórico a la acción del enemigo, ése justamente es el modelo de estudio para evitar aquellos errores ("¡Qué no haya URSS jamás aquí, ni campos socialistas disueltos, dispersos!", exigió Fidel).

El ejemplo soviético es una lección inmejorable que aprovecha Castro en su discurso: "¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? Podría añadirles una pregunta de inmediato: ¿creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse? ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Lo han pensado en profundidad?". En estas preguntas quedan planteados los riesgos del camino: la Revolución cubana no está asegurada, aún a pesar de esos 47 años de resistencia que alimentan su bagaje histórico, aún a pesar de la fortaleza ética de su pueblo y de su dirigencia, aún a pesar de la incapacidad manifiesta de la contrarrevolución de Miami por desestabilizar el proceso de mil maneras distintas. Es decir, sólo los errores internos pueden provocar que el camino de transición hacia el socialismo encarado por Cuba desde 1959 pueda ser reversible. "¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario?", se pregunta Fidel, sin eludir la dureza del planteo y dejando la respuesta en manos del pueblo cubano para los próximos años.

El riesgo de la derrota de la Revolución no está sujeto, al menos en esta etapa, a la agresión imperialista. El riesgo está en el problema generado por las propias contradicciones del proceso cotidiano. El propio canciller Felipe Pérez Roque (en una intervención que veremos más adelante en profundidad) afirmó, apenas un mes más tarde que Castro en la Universidad, que la consolidación de la Revolución no depende de su pasado, sino de sus próximos pasos: "Creo que debemos prestar toda la atención a ese llamado hecho por Fidel en la Universidad, a esa frase no pronunciada públicamente antes en la historia de la Revolución: la Revolución puede ser reversible y no por el enemigo que ha hecho todo lo posible por lograrlo, sino por nuestros propios errores, si nosotros no somos capaces de enfrentar, combatir victoriosamente contra errores, peligros internos".

La complejidad del desafío no sólo pone en juego la defensa de las conquistas conseguidas hasta ahora; define absolutamente la vida de la Revolución como proceso histórico de extraordinario valor simbólico y político para millones de personas en el mundo. ¿Y cuáles son las armas del pueblo cubano para batallar contra sus propias contradicciones? ¿Cuáles son las fortalezas que permiten vislumbrar un futuro optimista en el horizonte? ¿Dónde puede uno buscar y encontrar los hallazgos cotidianos de una revolución en construcción permanente? Fidel lo confirma en su famoso discurso, cuando plantea cuál es el recurso más importante de Cuba hoy: "Permítanme decirles que hoy prácticamente el capital humano es, o avanza aceleradamente para ser el más importante recurso del país, muy por encima de todos los demás juntos. No estoy exagerando"...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº49-Junio 2006)

Comentarios

Autor

Martín Latorraca

Autor

Hugo Montero