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Dossier

Trelew 2018. Perdimos el miedo, ganamos las calles

Detrás de la multitud que marcha por las calles patagónicas. Detrás de la estigmatización de los medios hegemónicos, que pretenden ignorar la potencia del Encuentro. Detrás de cada taller, cada debate, cada charla, cada mateada, hay mil historias. Un equipo del portal Feminacida viajó para contarte todo: historias de pibas que viajaron a Trelew a participar de su primer Encuentro. Historias de vecinas que se sumaron a la marea verde primero por curiosidad y después por convicción. Historias de luchadoras, originarias, rebeldes, irreverentes, soñadoras, discutidoras, sororas, miles de ellas. Crónica vital y feminista de una multitud atravesada por un evento profundamente transformador y compañero.

En una marcha sin tiempo de casi cuarenta cuadras, las encuentreras festejan sus miles de pasos, como lo saben hacer en cada movilización callejera, en todas las provincias del país. Ahora están juntas, reunidas como cada año. Atraviesan una ciudad de poco más de 120 mil habitantes, un número que las supera a ellas en cantidad, pero que se contrapone con la presencia feminista de este acontecimiento: 60 mil mujeres copando las calles en este pedacito de sur, en esta sede, que es la más austral en la historia de los encuentros.
La lejanía no es un impedimento, la necesidad de hacerse presente importa más. Andrea lo demuestra. Viajó más de 36 horas, desde Corrientes. La maternidad tampoco lo es. Ella marcha con su bebé en brazos, lo mece; le da la teta mientras sus compañeras de la Federación de Organizaciones de Base (FOB) baten los carteles y las banderas en el aire y golpean los bombos. Cuando se le cansan los brazos las demás la cubren, le hacen upa a su niño un rato para que ella pueda disfrutar la marcha. Su primer hijo quedó en casa, al cuidado de su papá. "Los primeros años costó dejar a la familia, pero ya nos acomodamos", asegura y muestra los pines de su mochila. Hace más de cuatro que no se pierde un encuentro.
La realidad de las mujeres de los barrios es cada vez más compleja en este contexto de ajuste y Andrea es una de las tantas que pudo subir a un micro a pesar de las dificultades económicas: "Vendimos pastelitos durante cuatro meses para poder venir". Es tímida, pero mira a los ojos cuando habla. Desde que milita el feminismo trata de convencer a sus vecinas, las que están en contra, para que se unan, para que vivencien esos lugares llenos de sentido. Sabe que esa es la salida para ser un poco más libres.
La elección de las sedes al final de los encuentros nunca es casual. El sur de nuestro país siempre fue el blanco de persecución y criminalización a los pueblos originarios. Es por eso que el feminismo tomó la posta. Es una de sus características: atravesar cada espacio, en la búsqueda de arrancar de raíz para construir de nuevo.
La decisión fue unánime y tuvimos la posibilidad de volver a los orígenes, de empaparnos de historias ancestrales, de pisar tierras donde las mujeres de todos los tiempos dieron un ejemplo de resistencia. El reclamo de plurinacionalidad se escuchó en la apertura, en los talleres y en la marcha. Lo mencionaron las veces que fue posible. Incluso en el cierre: cuando anunciaron que la nueva sede sería La Plata, las mapuches fueron las últimas en irse del autódromo Mar y Valle. Pidieron subir al escenario para dar su palabra.
"Que el Encuentro sea plurinacional es un paso indispensable para este andar. Es un acto de descolonización de nuestras propuestas políticas, de nuestras miradas del mundo, y de nuestras formas de sentir y vivir nuestras diferencias", habían dicho en un comunicado las feministas del Abya Yala que realizaron una actividad convocante en la Plaza Centenario el domingo al mediodía. Allí, la referente Ivana Huenelaf se asumió como "mapuche tehuelche feminista".
Este encuentro número 33 recibe a las muchas que vienen por primera vez. A las más pibas, que sienten el fuego por dentro, pero también a las curiosas; como Verónica y Andrea, que conversan mientras las columnas marchan rápido. Están a un costado, en el umbral de una casa, a poca distancia de un grupo de tres varones jóvenes que miran en silencio el pasar de las mujeres.
Ellas están seguras de que el feminismo de Argentina es una referencia a nivel mundial. Son amigas de hace años, nacieron en España, pero ahora viven en Chile. Vienen a aprender sobre movilización popular, acerca de cómo tejer redes en los barrios. Pero no se llevan sólo herramientas sino, también, la energía poderosa de la unión. "Lo que está pasando en Trelew es una marcha constante, solamente con el transitar. Íbamos a los talleres, o salíamos a cualquier hora, y las veíamos. No había banderas, ni gritos. Sólo mujeres yendo a encontrarse", contó Andrea.
Quisieron sembrar el miedo desde los medios hegemónicos, instalar un mensaje de terror, pero lo que el encuentro dejó en Trelew fueron semillas. Ester sacó una reposera y se sentó en el jardín de su casa a contemplar la temerosa marcha. Nació en Parque Patricios, pero hace más de veinte años que vive en Trelew.
Dice que siente escalofríos, que la emociona la fuerza y el empuje. "¿No hay una peluca para mí?", pregunta divertida cuando ve pasar a las Socorristas en Red, que sacuden los pelos rosas al compás de los cantitos. La sorprende el gran recorrido que harán las encuentreras: antes de terminar en la Laguna Chiquichano, pasarán por los barrios más alejados para encender la chispa, para invitar a las vecinas, para mostrarles que los rumores eran una farsa, que el feminismo es una verdadera fiesta.
Valentina, Selena y Mora tienen 13 y 14 años. Como las demás, intervinieron sus cuerpos, están pintadas y llevan el pañuelo verde de la Campaña. Tuvieron que convencer a su familia para que les dieran permiso, porque al principio no las dejaban ir a la marcha. Pero sabían que esta sería diferente a las que vivieron antes: pequeñas concentraciones en la peatonal de la ciudad para repudiar un hecho de violencia o un femicidio. Ahora la cabecera está a punto de llegar a la laguna. Se hace de noche. Selena dice que se van a quedar un rato más.
La peña que sucede a la marcha corona el encuentro todos los años, pero esta vez no hubo festejo. Varias pibas fueron reprimidas, en el microcentro de la ciudad, por personal policial vestido de civil y detenidas hasta las tres de la mañana. Con las rodillas raspadas por el arrastre, los balazos de goma, el polvo de los matafuegos en la ropa y los golpes de los palos, fueron enviadas a la Comisaría Nº 1 donde les armaron una causa por "daños a edificios públicos". La Comisión Organizadora envió un mensaje por las redes para que nadie saliera de sus alojamientos. Pero muchas no hicieron caso y fueron a hacerles el aguante hasta que las liberaron.
Cuidarse es premisa. Escuchar lo que la otra tiene para decir, también. El encuentro, cada año, rompe fronteras, nos hermana. El encuentro son mujeres diversas en convivencia, pequeños actos de rebeldía que quiebran los mandatos. Una enseñanza sobre libertad. El encuentro somos todas.



Algo cambia en cada una que participa
El pueblo fue atravesado por el movimiento y las que pasaron, por el territorio. Las historias de las habitantes de Chubut son infinitas. Las miradas estuvieron puestas en las visitantes desde varios días antes del comienzo del Encuentro Nacional de Mujeres. Desde los medios hegemónicos se intentó implantar el mito de que las mujeres se acercaban a destrozar los espacios, y tuvo efecto.
"Vallaron el maternal porque decían que venían a matar a los bebés", comentó Andrea, una taxista de la localidad. La ciudad tiene unas 50 mil habitantes mujeres y, durante los tres días, el número de personas de ese género y diversas identidades se duplicó en la ciudad. La intriga de cómo sería, de qué pasaría durante las jornadas o qué comportamiento tendrían las mujeres era real. Las primeras encuentreras que se acercaron a la provincia fueron las que vivenciaron esos interrogatorios y quienes trataron de calmar las dudas para apaciguar los miedos...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada... ¿Por qué publicamos apenas un fragmento de cada artículo? Porque la subsistencia de Sudestada depende en un 100 por ciento de la venta y de la confianza con sus lectores, no recibimos subsidios ni pauta alguna, de modo que la venta directa garantiza que nuestra publicación siga en las calles. Gracias por comprender)

Comentarios

Autor

Solana Camaño

Autor

Agustina Lanza

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Micaela Arbio Grattone

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Victoria Eger