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Entrevista. Reynaldo Sietecase

"Decir que no es un acto de libertad"

En su tercera novela, No pidas nada, el poeta, escritor y periodista rosarino, construye una historia en donde conviven tanto en Buenos Aires como en Río de Janeiro, militares represores, escuadrones de la muerte, rituales espiritistas, y periodistas que vuelven a investigar con su libreta de anotaciones en mano.

Hay una convivencia pacífica cuando escribís entre los tres géneros, en las tres facetas que tenés como escritor, como periodista y como comunicador?
–No lo vivo de manera conflictiva, hago literatura desde chico, mis primeros textos literarios son de los 16 años cuando ni siquiera soñaba con ser periodista. Siempre aclaro que vengo de la literatura al periodismo y no al revés, y esto me ha permitido convivir fácilmente. Antes pasé por muchos laburos, trabajé en una metalúrgica, en una imprenta, en un banco. Lo del periodismo fue casi un segundo nacimiento. En mi segunda novela en A cuantos hay que matar, aparece un periodista a nivel tangencial. En un momento el periodista cuenta cómo se inició y dice que fue como un nacimiento, y eso me permite hacer una disquisición que bien podría ser para mi vida: él dice que hay un nacimiento natural, que hay un nacimiento por el deseo y hay una muerte natural y una muerte por el deseo. El nacimiento es cuando uno nace pero después puede haber un segundo nacimiento por decisión propia. Yo lo siento muy claramente: en un momento de mi vida dije voy a ser periodista.
Pero volviendo a tu pregunta, no tengo conflictos porque en realidad escribo con la misma intensidad una novela, un cuento o una nota de opinión. Lo que siempre tengo claro es hacia dónde voy, el compromiso con el lector de periodismo es la verdad o acercarse lo más posible a la verdad y el compromiso con el lector de ficción es entretener, y ahí vale todo, en ese objetivo cualquier camino vale.
–¿Dónde ponés el deseo de hacer más literatura y menos periodismo?
–De un tiempo a esta parte mi lugar en la literatura ha crecido. Estoy tratando de que se balanceen en un momento de mi vida, en el ochenta y el veinte, una decisión propia de dejarme más tiempo para escribir y para leer –o para leer y para escribir, que ese es el orden correcto–. Este año voy a las ferias de Rafaela, Córdoba, Comodoro Rivadavia, La Rioja, voy a Europa a presentar la novela, le estoy dando bastante atención, antes no hubiera hecho eso, no hubiera dejado mi laburo para ir a una feria del libro. Estoy tratando de balancear ambas cosas. Mi aspiración es que convivan, yo suelo decir en broma que la literatura y el periodismo son la bella y la bestia.
–Tener presencia en los medios ayuda para que la novela camine…
–Nunca voy a tener tanta visibilidad como escritor que como periodista, es muy difícil. A mí me favorece y me desfavorece el periodismo, la visibilidad te da lectores, sé que se acercaron al libro porque me escuchan en la radio. Bienvenido, después tiene que pasar el filtro porque si el libro es malo, es malo. Y a veces también te perjudica porque te ubican más como periodista que como escritor, a mí recién ahora, después de tres novelas, dos libros de cuentos y casi diez libros de poesía, me empiezan a registrar como escritor. Me refiero a los guetos literarios, que son muchos. Pero tampoco me preocupa demasiado.
–El Tano Gentili en No pidas nada, reflexiona sobre el amor y la crueldad en relación a los represores…
–Es que no hay buenos y malos, es una definición muy sencilla, muy simplota, hay gente mala, esencialmente malvada, pero me parece que para contar siempre es más atractivo tener gente que tenga ese doblez, ese matiz. Si vos tomás mi novela se puede trazar una raya y poner de un lado a unos y del otro a otros más que los malos son muy malos en este caso con represores y esa calaña de tipos, pero después hay tipos que están en el medio, desde Mariano Márquez hasta el propio Gentili, que tampoco es un ser luminoso sino que tiene sus flaquezas, sus cobardías. Me gusta contar con ese tipo de personajes que te permiten un juego, un vuelo, si no es un cómic donde encontrás buenos y malos, superhéroes y super villanos.
–Provocás una tensión al momento de hablar de este personaje nefasto que, al mismo tiempo, manda cartas de amor
–Es que pasa así en la realidad. Hay represores que tenían relaciones normales con sus hijos, vivían vidas normales. Ese papá protector que va a misa y, de pronto, asesinaba gente o torturaba personas. Creo que es parte de la humanidad, este hombre que puede hacer cosas maravillosas y cosas horribles...


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Autor

Martín Latorraca