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Aborto legal. Apuntes de una batalla ganada

Una multitud de pibas en las calles terminó por inclinar la balanza en Diputados: la Ley de Aborto legal, seguro y gratuito tiene media sanción. Pero detrás de esa muchedumbre de mujeres que pintaron de verde la agenda política, hay una historia de lucha constante, de derechos postergados y de un crecimiento extraordinario del movimiento feminista. En esta crónica de Sudestada, te contamos el detalle de esa jornada histórica, pero no nos olvidamos de las compañeras que pelearon desde abajo, muchas veces en silencio, por un derecho que estamos muy cerca de arrancarle al patriarcado.

Lucía ni lo dudó. Le dijo al pibe con el que salía la frase que giraba en su cabeza desde que se enteró la noticia: "Quedate tranquilo, lo voy a resolver sola". Tenía 22 años y un embarazo de poquitas semanas. Vivía con su papá y su mamá en una localidad bonaerense. No tenía trabajo, ni obra social. Sin embargo, la entusiasmaba la idea de terminar el colegio a través del Plan de Finalización de Estudios Secundarios (FINES). Es por eso que, cuando el test le dio positivo, no se apresuró a decirlo, pensó en silencio. Su novio era DJ, tenía un par de años menos que ella; no lo veía haciéndose cargo a futuro. Sabía que si se lo contaba a sus viejos iban a contenerla, a darle apoyo económico. Pero lo que no la hizo dudar de su decisión fue la necesidad de apostar a sus proyectos. Lucía no deseaba maternar. No en ese momento. Estaba convencida.
Abortar en la clandestinidad es riesgoso. Y eso Lucía lo tenía claro. Meses atrás había acompañado a una amiga en el proceso de interrumpir su embarazo con Misoprostol, un medicamento seguro y eficaz hasta la semana 12 de gestación, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). "Pero no usó bien las pastillas. A las semanas se hizo una ecografía y no habían hecho efecto. Entonces lo intentó una vez más. La vi sentirse mal, perder mucha sangre. Vivía con sus papás. Esos días tuvo que simular que no le pasaba nada. Estuvimos juntas. Por eso cuando me pasó a mí, tuve miedo y decidí que no quería ese recurrir método", contó Lucía a Sudestada.
Consiguió el dato de un consultorio en Palermo. Quienes la atendieron le dijeron que el procedimiento costaba 10 mil pesos: la toma de una pastillita la noche anterior, anestesia general y una recuperación rápida. Se podía hacer siempre y cuando no se excediera de las 19 semanas de embarazo. "No tengo un peso", pensó. Entonces supo que tenía que buscar un aliado o aliada. Una noche tomó el colectivo hasta la casa de su hermano, en un barrio de la capital, y le pidió ayuda. Él dijo que sí.
El día llegó. Fue acompañada de su hermano y de su novio DJ. En la sala de espera había pibas en la misma situación que ella. Todas estaban serias y calmas, salvo una que lloraba. El que realizaba el procedimiento era un tipo canchero, con cadenas y anillos de oro. Un obstetra de famosas. Las paredes estaban llenas de fotos de mujeres conocidas de la televisión con sus bebés recién nacidos. Y él posaba con ellas.
"Me tomaron los datos, el DNI. Era por si me pasaba algo. Pero en ningún momento me pidieron que sea discreta. El boca en boca les generaba más laburo. Estoy segura de que estos lugares tienen arreglos con la policía –asegura la joven–. El que me hizo el aborto estaba tranquilo, con la actitud de 'acá no pasó nada', impune. Me pusieron la bata y me hicieron preparar un apósito para el después. No sentí nada de dolor. Me recuperé pronto. Cuando se me fue la anestesia me angustié un poco, pero por el manoseo". El post aborto lo pasó en lo de su hermano. Fue un fin de semana. Su novio la dejó para irse a una quinta, a una fiesta, a mezclar música.
Hoy Lucía cuida de su hija, ejerce la maternidad y un grupo de personas de su círculo íntimo todavía le guarda el secreto. Cinco años después de haber interrumpido su anterior embarazo valida su decisión: "Nada estaba dado para que así sea. Tuve la suerte de que mi hermano puso la plata, por la desesperación hubiese ido a cualquier parte", dice e insiste: "Cuántas no habrán tenido opción y parieron a esos niños sin sentir deseo. Es trágico. ¿Qué vida se puede formar después de eso? Puede haber un vínculo con el paso del tiempo. Pero, ¿y si eso nunca sucede? Estás trayendo una persona al mundo a sufrir y estás sufriendo vos".



Romper el cerco mediático
Nunca se habló tanto de aborto como en estos últimos meses. Hacia adentro y hacia afuera del feminismo. En febrero, después de una seguidilla de entrevistas a personalidades de ese movimiento en el programa Intrusos, la conductora de radio Virginia Godoy –más conocida como Señorita Bimbo– contestó las preguntas de Jorge Rial con el pañuelo verde colgado al cuello. Se diferenció de las demás entrevistadas al mencionar el uso de Misoprostol.
"En televisión, el aborto no existe. No abortan ni en ficción, porque hay pauta de pañales en el corte, porque está relacionado a la moral, a la religión, cuando en realidad es una cuestión de salud pública [...] Lo que nos pasa a las mujeres no es la depilación: es el maltrato laboral, es no saber qué hacer con un embarazo no deseado. Lo importante de hablar es que hay mujeres que lo están viviendo con culpa. Hay que educar con políticas desde el Estado. Hay una ley (la 26.150 de Educación Sexual Integral) que no se cumple", denunció en vivo.
Mientras transcurría el programa, las personas que estaban atentas a lo que decía Señorita Bimbo dispararon cientos de búsquedas del término Misoprostol en Google y fue tendencia en las redes sociales durante algunas horas. Los días siguientes la periodista Estefanía Pozzo mostró una caja de Oxaprost (medicamento que posee Misoprostol) en C5N e informó sobre sus características: cómo se usa, cuánto cuesta y cuáles son las dificultades para acceder a las pastillas en Argentina.
Pero no quedó ahí. Se habló de nuestras muertas, esas que dejaron la vida en la clandestinidad, firmes en sus convicciones. Una estimación aproximada arrojó que se realizan entre 450 y 500 mil abortos y que esa es la primera causa de muerte materna. Así lo aseguraron las demógrafas Edith Pantelides y Silvia Mario, a pedido del Ministerio de Salud de la Nación, en un informe de 2005 elaborado por Amnistía Internaciona...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada... ¿Por qué publicamos apenas un fragmento de cada artículo? Porque la subsistencia de Sudestada depende en un 100 por ciento de la venta y de la confianza con sus lectores, no recibimos subsidios ni pauta alguna, de modo que la venta directa garantiza que nuestra publicación siga en las calles. Gracias por comprender)

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Autor

Agustina Lanza