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"Contemplar". Esperanzas en el aula

La cámara de un docente, Sebastián Guevara, es una ventana abierta a la educación pública, a la realidad en un colegio de Ezeiza, a los chicos y chicas que todos los días se integran a un sistema en el que conviven con la ausencia del Estado y el esfuerzo de sus docentes. Imágenes de lo cotidiano que nos conmueven, que empujan las preguntas y exigen algunas respuestas. Un ensayo fotográfico llamado “Contemplar”, pero también una síntesis del presente del conurbano bonaerense.

Quién guarda respuestas certeras al misterio. Quién puede describir, en pocas palabras, la maravilla del enigma. No sabemos, pero lo que es seguro es que revisitar esos espacios cotidianos, mirar desde otra perspectiva los senderos recorridos, registrar con una mirada oblicua nuestra realidad de todos los días, nos permite abrir una ventana diferente, una nueva. Sí, es la escuela, la que todos visitamos años atrás, la que todos conocemos desde adentro, la que encierra momentos y personas que peduran para siempre, recuerdos que no se extinguen jamás. Su encanto, sus dificultades, su universo; esos pibes y pibas que avanzan un pasito hacia adelante cada mañana, como un ejército ruidoso de guardapolvos blancos, de cuadernos manchados, de cartucheras coloridas, de carcajadas en el patio. Pero a veces, cuando la mirada de alguien sensible recorre sus bordes con una cámara, esas imágenes que forman parte de nuestra identidad nos modifican, nos conmueven, abren un debate pendiente. Es el caso de Sebastián Guevara, fotógrafo y a la vez docente, capaz de combinar esos dos oficios en un ensayo bautizado con el nombre "Contemplar", con resultados a la vista de todos. Desde 2005 y hasta 2014, Guevara se preocupó por fotografiar instantes durante su trabajo en un colegio primario del distrito de Ezeiza, pleno corazón del conurbano bonaerense. ¿Cómo es posible que nos sorprenda? ¿Cuál es el truco mágico que nos emociona? ¿Qué nos dicen estas imágenes?

"Me sentía en la obligación de mostrar esto que impregnaba mis sentidos dentro del aula y, teniendo el conocimiento y la herramienta para hacerlo, sólo debía dejar fluir mi pasión: fotografiar a los chicos en su estado más puro y natural. Capturar momentos para compartirlos con los que se encontraban (y encuentran) lejos de la realidad que me rodea, podía hacer que se empaparan de mi visión como docente", explica Guevara, quien aclara que contó con el apoyo de los padres para su trabajo. "Desempeño mi rol en uno de los sectores más vulnerables y vulnerados de la sociedad, con niños de entre 6 y 14 años, donde las necesidades básicas como abrigo, alimento, techo y afecto son evidentes. Esto sucede a causa de distintos factores, como la ausencia del Estado o la desidia de los adultos responsables y otros tantos que llevan a la desexistencia del niño y que, a mi criterio, coartan lo más puro e inocente propio de esa edad: la infancia. Aún con todo esto socavando sus bases, puede apreciarse la fortaleza de estos pequeños para superar tremenda realidad. Creo que las imágenes transmiten esperanza en sus acciones".


Mensajes cifrados

Detrás de las fotos de Sebastián hay mensajes múltiples que sólo pueden decodificar quienes se empeñan, todos los días, en perseverar en ese arte milenario llamado enseñar. Son miles en todo el país, son esa patria docente que pelea contra la pobreza y la exclusión que amenaza a tantos chicos, pero también contra un Estado que los mira con indiferencia y a veces con desprecio, que desoye sus justos reclamos, que recurre a los medios de comunicación masivos para desgastar y deslegitimar su pelea de todos los días. Son ellos, anónimos e incansables, los que también emergen, como un código cifrado, en las fotos: "Los trabajadores de la educación, que en ocasiones son criticados sin conocer del todo su accionar dentro de una institución, ni que atienden a la necesidad de todos y cada uno de sus alumnos sin diferencias e intentan cambiar, aunque por breves horas, la realidad de esos niños; en ocasiones descuidando a sus propias familias por el compromiso con su rol. Ellos fueron el segundo motivo por el que surge mi ensayo. Docentes que no naturalizan la vulneración de la infancia y sus derechos, evitando convertirse en seres insensibles y ciegos de la realidad y la necesidad del otro", apunta Sebastián...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Hugo Montero