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Sin fronteras

"En Guatemala, vivimos bajo un narcogobierno"

La comunidad maya quiché de Guatemala resiste desde hace décadas la represión estatal y el aluvión de empresas transnacionales que invaden sus tierras para saquear los recursos naturales. En la voz de la lidereza Aura Lolita Chávez Ixacaquic, la historia quiché se abre paso desde la conquista española, sigue por un camino de lucha, configurado en la formación política y en el respeto a sus costumbres ancestrales un camino de alternativa al capitalismo que amenaza la subsistencia de millones de americanos.

Aura Lolita Chávez Ixacaquic habla con la voz de la paciencia de su pueblo, pero sus palabras también tienen la fuerza de los mayas, que resisten hasta hoy la asimilación y la aniquilación, ya sea en las tierras de Guatemala o en las de México. Porque para los pueblos originarios, las fronteras modernas no existen, son simples líneas arbitrarias que separan y aíslan.

Esta mujer de sonrisa permanente nació en Santa Cruz del Quiché, territorio maya quiché del occidente de Guatemala. "Comencé a militar por las rebeldías", resume Lolita en diálogo con Sudestada. "Mi vida fue marcada por las múltiples opresiones, desde el patriarcado y el capitalismo hasta el racismo profundo que vive mi pueblo, a pesar de que somos mayoría", relata.

El pueblo maya de Guatemala conforma el 60 por ciento total de la población de un país cruzado por las injusticias, la violencia y el recuerdo crudo de un conflicto interno armado que duró más de 30 años –hasta que en 1996 se firmaron los acuerdos de paz–, que dejó como saldo miles de muertos y una estructura gubernamental controlada por la ultraderecha. Guatemala tiene un total de 16 millones de habitantes, en los que cohabitan los pueblos Maya, Xinca, Garífuna y Mestizo. Además del racismo y la represión cultural, en la actualidad sufren el azote de las multinacionales mineras (principalmente de capitales estadounidenses y canadienses), las hidroeléctricas y el redituable negocio de la tala de árboles. En un territorio donde la naturaleza marca la pulsión de las vidas, la complicidad del Estado con las compañías extranjeras no sólo destruye el hábitat, sino que refuerza la represión, ya sea oficial o a través del paramilitarismo.

Lolita, como todos le dicen, este año sufrió intentos de asesinato y su vida es amenazada de forma permanente. Por eso, el asesinato de la dirigente hondureña Berta Cáceres en manos de paramilitares sobrevuela a toda Centroamérica.

"Hay expresiones de odio hacia el pueblo Quiché, de un trato desigual, porque consideran que no somos gentes. Todo eso lo sufrí en mi cuerpo, pero también comencé a formarme. Después de vivir bastante sumisa, empecé a reconocer mis derechos y a ser parte de los grupos de mujeres de mi pueblo", recuerda Chávez, que lidera el Consejo Pueblos K'iche' por la Defensa de la Vida, la Madre Naturaleza, la Tierra y el Territorio (CPK). "Es como un tejido fino –afirma–, se fue dando de a poco y no de la noche a la mañana. No desperté y dije 'quiero ser libre y no quiero tener violencia'. Me ayudó mucho el movimiento revolucionario que acuerpó mi existencia y mi ser, a través de mucha familia que se alzó en la montaña combatiendo contra el sistema opresor y en contra las injusticias. Así fui mamando esa revolución en mi ser".


–¿Cuál es la situación actual de la comunidad Quiché?


–Hemos vivido diferentes épocas con las invasiones que hemos tenido en los territorios. El pueblo maya quiché está ubicado en el occidente de Guatemala y somos la mayoría. Somos un pueblo no reconocido por el Estado de Guatemala y sus leyes occidentales, que tienen una profunda expresión de racismo. Ese racismo lo hemos vivido en diferentes épocas: cuando fue la invasión de la colonización, luego cuando fue institucionalizado el Estado, después con la guerra de más de 36 años. Y ahora estamos ante otra invasión...


La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Leandro Albani