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En la calle

Inundación en La Plata. Huellas de la desidia

Soledad Escobar es una ciudadana platense que no se quedó quieta tras la terrible inundación que asoló la capital bonaerense en 2013. El resultado de su acción se materializó en un libro co-escrito con el periodista Gabriel Prósperi: Inundados La Plata, lo que el agua no encubrió. Lo que allí se cuenta es sólo la punta de un ovillo macabro en el que la desidia, la burocracia y la falta de planificación se entrelazaron para borrar del mapa a decenas de vidas.

La mañana del 3 de abril de 2013 quedará grabada para siempre en la memoria visual de los platenses. De a poco, cientos de miles fueron animándose a salir de los lugares donde habían pasado la peor noche de sus vidas. Aún con el incesante repiqueteo de las gotas castigando la psiquis colectiva, las caras se entregaron al triste juego de espejos que certificaba la desoladora sensación generalizada: todos murieron un poco esa noche.

Soledad Escobar lo supo desde el principio. Se sentía parte de una película catástrofe en la que los cuerpos animados caminan (se arrastran) por calles devastadas por el efecto de algo monstruoso, imparable, impredecible. Ver y sentir las ruinas, recorrerlas, patinando la mirada vacía en otros ojos, igual de impotentes y oscurecidos.

En ese momento, Soledad decidió que iba a hacer algo con eso.


***


"Cuando salí el sábado 6 a la mañana, vi un patrullero cerca de casa; les pregunté cuántos fallecidos tenían contabilizados y me dijeron '16'. Y pensé que si yo había logrado que los policías, casi distraídamente, me dijeran cuántos fallecidos tenían en su jurisdicción, e hice la suma y no me daba, empezaba a corroborar que lo que sentíamos en cuanto a la falsedad del número era cierto".

El 4 de septiembre del año pasado, Soledad presentó Inundados La Plata. Lo que el agua no encubrió, co-escrito con el periodista y también platense Gabriel Prósperi. En el libro se alternan la crónica en primera persona de las vivencias de Prósperi y las entrevistas que pudo abordar en los primeros meses posteriores a la catástrofe, con la minuciosa investigación que realizó Escobar en comisarías, dependencias públicas y domicilios particulares de los damnificados directos por el accionar del agua. El resultado es un documento esclarecedor sobre una de las más graves tragedias naturales que sufrió el país en las últimas décadas.

–¿En qué momento supiste que ibas a hacer algo con ese material?

–El 7 de abril vi en el diario que un abogado llamado Julián Axat había presentado una acción ante un tal Luis Arias, del Fuero Contencioso Administrativo; entonces me contacté con él para contarle lo que había hecho. Me encontré con un juez que es un oasis en el desierto judicial, una corporación muy oscura. Ahí me decidí a salir a investigar profundamente el tema.

–Sin ser una investigadora ni una periodista, ¿cómo trazaste lo que ibas a hacer?

–Fue prueba y error. Empecé a conocer los barrios humildes de nuestra ciudad, los que sinceramente no tenía caminados. Cuando a Arias le sacaron la causa, yo seguí investigando por mi cuenta el tema de las víctimas; entonces, cuando la Corte Suprema provincial se la restituyó me llamó, y a partir de ahí me presenté como amicus curiae (N. del R. figura que permite a cualquier ciudadano presentarse en una causa como colaborador de la investigación). Arias comenzó a pedir los expedientes penales, el libro de la morgue, etc. Con eso pasó algo increíble. Condomí Alcorta, el primer fiscal de la causa de la inundación, le mandó al juez una copia donde se notaba que faltaban nueve hojas, por lo que nos dirigimos hacia la sede de la policía científica, en El Bosque. Ante la requisitoria, el jefe de la delegación, comisario Carlos Jaime, habló con el superintendente de la científica, Pablo Vázquez, quien le ordenó que no le entregara el libro al juez, pese a que tenía en su poder una orden judicial para cumplimentar el trámite. Entonces Arias le pidió que le permitiera verlos ahí, y cuando se descuidaron salimos a escondidas como delincuentes con el libro bajo el brazo, entre los chicos que salían de la escuela… Algo insólito.

–¿Cuáles fueron los inconvenientes que tuviste que enfrentar aparte de esta negativa?

–En un momento estaba investigando en el cementerio, y llegó el fiscal Jorge Paolini (titular de la UFI Nº8 de delitos complejos, a cargo de la investigación de la causa penal por estrago doloso contra funcionarios municipales y provinciales), me puso contra una pared y me empezó a increpar, a preguntarme quién era, quién me mandaba. Un fiscal apretando a una ciudadana que intentaba colaborar en una causa... Obviamente no le respondí, pero ya todo estaba tenso porque sabían lo que estaba haciendo. Para entonces habían separado a Julián Axat por falta de competencia y Arias ya cargaba con una causa por abuso de autoridad luego del incidente del libro de la morgue...


(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada)

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Autor

Luciano Aguirre