Crisis canilla

En estos últimos años, quienes mes a mes, mochila al hombro -con lluvia, sol o granizo- recorremos los kioscos de diarios distribuyendo nuestra querida publicación, somos espectadores de una realidad cada vez más dolorosa: la de la desaparición progresiva de los puestos de diarios,y con ella, la notoria baja de lectores de publicaciones. No es tema de agenda de ningún candidato, no es hashtag de ningún twittero, no es último momento en ningún noticiero.

Pareciera, en un punto, que a nadie le importa. Esa es la sensación que trasmiten los canillitas que, en los barrios o en las estaciones, siguen madrugando cada día para hacer la patriada cultural de ofrecer lectura, charla, orientación al vecino y cada vez menos sonrisas en sus puestos.

No existe desde el gobierno nacional (ni de ningún otro) un plan de fomento de la lectura ni apoyo a una industria que se cae a pedazos. Al margen de determinados éxitos editoriales en cuanto a libros best seller, las publicaciones ya no son rentables y en la mayoría de los casos van a pérdida. La realidad es una herida absurda: la progresiva desaparición del oficio del canilla (como también la concentración del sistema distribuidor en pocas manos, cada vez menos transparentes) es otro signo de un presente sin lectura, y lo que es peor, sin un mínimo proyecto para intentar cambiar las cosas.

Ah... ¡y nos vemos en marzo!