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Entrevista con Paula Bidegain

"En el subte puedo conectar profundo con la gente"

Hace cinco años que trabaja en los subtes de Buenos Aires, como alimento para su subsistencia, su creatividad y su convicción en el poder transformador de la música. La joven cantante, guitarrista y multiinstrumentista Paula Bidegain tiene tres discos editados y tras haber tocado años en la línea B hace pocos meses se cambió a la A, para ofrecer muchos de sus temas en un nuevo ambiente. Con varios proyectos a la par, recorre junto a Sudestada su historia y habla de los placeres y nuevos desafíos que le genera, cada noche, compartir con los pasajeros el misterio de una buena canción.

El aroma a desinfectante flota por las noches en los vagones chinos con aire acondicionado del subte línea A. La luz es como la de un banco, y la voz femenina de acento neutro anuncia cada nueva parada bajo Avenida Rivadavia rumbo a la Estación San Pedrito -del barrio porteño de Flores- en medio del traqueteo electrónico en los oídos de los pasajeros, que a las nueve de la noche sólo esperan salir de allí. Llegar a un destino cercano o abordar el tren Sarmiento para divisar sus hogares en el Conurbano Oeste. En el subte nadie mira a casi nadie hasta que, de repente, la voz en tono de metal se desvanece en el cálido rasguido de una guitarra criolla. Algo estalla en el subte A: parece que arribaran voces y scats de jazz de los años treinta, rugosidades del blues o invocaciones andinas, cuando en el vagón aparece Paula Bidegain.

"Bueenas nocheees, señoras y señoreees: voy a regalarles algunas de las canciones de mi autoría y otras para compartir este viaje con todos ustedes. Espero les gusten", convida. Es alta y lleva una remera sin mangas; tiene los brazos flacos y dos siluetas de flores tatuadas en los bíceps. Sus rulos son largos y su flequillo negro está revuelto; los ojos oscuros parecen pequeños tras los anteojos de forma oval, y vibra la mirada cuando comienza una melodía: las dos líneas de sus mejillas redondeadas sostendrán esta voz de cielos celestes o negros; de aires de campo adentro y de urbanidad, en castellano o en inglés.

¿Quién es Paula Bidegain, la que cada noche -de 19 a 22- atrapa a los pasajeros del subte A? ¿La que hace batir palmas, logra sonrisas y mueve cuerpos en cadencia con la suya? Los que la vieron durante cinco años en el subte línea B lo sabrán; los del A, hace tres meses, la descubren para siempre: Bidegain nació el 13 de abril de 1985 en San Cayetano, provincia de Buenos Aires, debutó cantando a los 11 años y, tras un largo camino, editó en 2013 su tercer disco de canciones propias, Juego de Fuego. Ahí conmueve por sus poéticas de fuerza espontánea y aún más por su voz: un imán vestido de guitarras alimentadas de la calle y de las profundidades de la noche.

"No sé cómo explicar lo que siento tocando en el subte. Creo que nunca tuve un trabajo mejor que este que me designé. No tengo palabras cada vez que una cara con gesto difuso se transforma en sonrisa; cada vez que alguien hace un corito tímido o abierto; cada vez que alguien se apasiona con un tema; cada vez que alguien te dice ‘gracias' mirándote a los ojos...".

Junto a Sudestada, Paula Bidegain recuerda las palabras que legó el 23 de mayo en su página de Facebook, para devolver las energías que recibe por parte de la incontable cantidad de gente que atesora su presencia. Como tantos otros artistas del subte A, ella confía en dar lo mejor de sí en esa trinchera móvil donde los cuerpos caminan a sus sueños. "Yo veo el poder transformador de la música hecho realidad todos los días. La música es magia curativa. Y voy a seguir dedicándole mi vida a la magia".
Ella avanza entre géneros. Ahí donde se conectan los ritmos latinoamericanos con su pasión de rocanrol, sus tenores del blues (ese desvelo de otras noches en los ambientes del palo en Buenos Aires) y sus fraseos en dinámicas diversas. Hasta hoy, son tres sus discos: Boomerang (2009), Humanidad Portátil (2011) y Juego de Fuego (2013), de calidad in crescendo (y donde grabó "Cuerpo", "Run Away", "El mambo particular", tres de las más bellas en su corpus de melodías). Entremedio, Paula Bidegain desplegó conciertos en Tandil, adonde llegó a los 17 años y se formó, con pocos estudios formales y más con amigos, referentes y locos.

Así arribó a Buenos Aires, donde vivió un año y medio, hasta que en 2009 grabó el primer disco, "recontra podrida de hacer covers". Y rumbeó en el verano para San Pablo con cien copias, ochenta pesos y la guitarra. "Fui dos meses de gira a Brasil y casi me quedo, pero tenía alquilada una piecita en Buenos Aires, regresé y me metí de nuevo en el subte B. A mitad de año decidí regresar a Tandil para grabar el segundo disco, y al verano siguiente me fui a Uruguay. Tenía para comprarme solo una lata de arvejas: sobreviví tocando en la calle y en un bar".

(La nota completa en Sudestada N° 130 - julio 2014)

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Autor

Patricio Féminis