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Editorial 2

Censura

Un retrógrado de esos que un día quieren ganarse un mango y se ponen un colegio religioso denunció ante la prensa opositora que la gestión difundía en las escuelas de Mendoza material "pornográfico y violento". Gran sorpresea generó observar a este sujeto manipulando un ejemplar de la genial historieta de Sanyú, El inspector Justo, como evidencia irrefutable de sus dichos. Lejos de abrir un debate sobre las lecturas que los jóvenes consumen, los funcionarios optaron por calmar las aguas quitando de circulación las perversas obras de Sanyú, de Patricia Breccia y de El Tomi, todos ellos diabólicos mensajeros de Satán desde la viñeta. La existencia de monaguillos de la educación no soprende a esta altura. Son los mismos que hacen silencio a la hora de referir la complicidad de la Iglesia con la dictadura, o que esconden bajo la sotana de su hipocresía a los curas pederastas. Pero lo reaccionario de la gestión no deja de merecer la indignación de parte de quienes hemos aprendido a leer con una revista de historietas, de quienes durante años devorábamos la Skorpio y la Fierro en busca de aventuras que alimentaran nuestra imaginación. Ahora parece que no hay nada más peligroso que un pibe imaginando. Quzá tengan razón en eso, sólo en eso.

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El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.