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Cinestada

Documentales sobre el PRT: Los perros de la guerrilla

Los largometrajes Los Perros y Errepe irrumpieron en las pantallas con la simple pero contundente mirada particular de los verdaderos protagonistas de los agitados años setenta: los militantes de la base. "De todas las formas de arte, el cine es para nosotros el más importante" Vladimir. I. Lenin

Uno de los elementos más atractivos -de los pocos como se quejaron algunos activos concurrentes- que tuvo el último festival de cine independiente de Buenos Aires, en la sección de Huellas de lo real, que contenía tres audiovisuales de origen nacional, fue sin dudas que hubo dos documentales políticos que daban cuenta de la militancia activa de la organización del Partido Revolucionario de los Trabajadores y sobre todo de su brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo (PTR-ERP).

Los perros y Errepe en igual grado y compromiso, pero desde una disímil óptica narrativa y logro técnico audiovisual, describen los aciertos y errores políticos (sobre todo Errepe), anécdotas cotidianas, balances y, un profundo recorrido sobre los múltiples motivos que impulsaron a estos militantes de base a luchar hasta las últimas consecuencias por su convicción, la revolución socialista.

Más allá de las sutilezas particulares entre Los perros y Errepé, ambas otorgan en primer plano a los heterogéneos núcleos humanos que conformaban las bases, y son ellos los que por primera vez, al menos en soporte audiovisual cuentan desde su origen de clase y lugar geográfico los pormenores y los detalles diarios -hacia dentro- del partido liderado por Roberto Santucho.

Los perros del cordobés Adrián Jaime, elige contar su historia recorriendo los pasos por todo el país detrás de la huella política trazada por el santiagueño Ángel Gutiérrez, quien de manera cronológica evoca sus primeros pasos en la política hasta el cierre de su experiencia guerrillera.

El pasado militante del protagonista permite observar desde otro ángulo a las personas activas de aquellos convulsionados años. Es que el protagonista aparece alejado de los cánones "normales" o de los arquetipos más comunes que tenemos del cuadro militante ortodoxo y se permite pequeñas dosis humorísticas en su discurso que en definitiva sirven para descomprimir parte de los duros golpes recibidos por parte de la dictadura. "Yo era la oveja negra de mi familia, y cada vez que discutían mi hermano y mi papá de política yo me daba cuenta que no entendía un carajo", recuerda Angel en un inmejorable y sincero testimonio de quien en su juventud se encontraba más conectado al fútbol que los debates de la época.

De esta manera, casi elemental, la cámara nos traslada al interior de su provincia, se puede observar el sufrido hábitat de los hacheros que con sus rostros ajeados y piel curtida por el sol quienes se alegran de volver a verlo y escuchar decirles mas aliviados luego de varios años: "Creímos que te habían matado". En este sentido, los diálogos del protagonista junto a la gente de los sectores bajos que formaron parte del ERP se vuelven casi mundanos y nos permite ver el nivel de adherencia que tuvo el partido en las provincias. Los perros se narra desde lo particular a lo general, es el testimonio de un militante que como muchos otros paradójicamente se formó en la cárcel, luego de un allanamiento en su casa en el momento que tenía cita una reunión regional de una célula urbana del ERP donde militaba su hermano. Hasta ese momento él no militaba.

Trasladado a la cárcel de Devoto, Gutiérrez comparte el mismo pabellón con gran parte de la dirección política del PRT- ERP. Es allí donde se nutrirá de la experiencia en primera persona de quienes había oído hablar por su hermano. Gutiérrez, cuenta que el mismo Santucho lo buscó y le preguntó si era el hermano del militante del ERP caído en combate y le ofrece sumarse a las filas del partido. El largometraje funde el testimonio e imágenes de archivo de la época con la excelente música de la Pequeña orquesta reincidente de fondo durante los pasajes políticos más importantes. Entre ellas, y como no podía faltar las imágenes de la liberación de los presos políticos el 26 de agosto del 1973, luego del indulto a los presos políticos del flamante presidente Héctor Cámpora. Las imágenes son secundadas por el recuerdo emocionado de Ángel quien dispara "Ese momento de no me lo voy a olvidar en la puta vida".

(La nota completa en la edición gráfica de Sudestada Nº29)

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Autor

Jaime Galeano