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Nota de tapa

Antes y después de Chávez

Partió en dos la historia reciente de América Latina. Recuperó la idea de socialismo ligado al poder popular. Edificó una revolución que todavía se sigue construyendo. ¿Cuál es el futuro de Venezuela, a días de una nueva elección presidencial? ¿Quién es Nicolás Maduro? Desde Caracas, dos cronistas de Sudestada dan cuenta del sentir popular en las calles. Además, opinan Atilio Borón y Modesto Emilio Guerrero.

1. El cielo de Caracas se desploma. Un aguacero irrumpe en escena, y la fuerza de la lluvia parece capaz de postergarlo todo. Pero no. Ahí está. Sale Chávez a la tarima, al final de la avenida Bolívar, y saluda. Empapado, solo, sonríe. Saluda a la multitud. Abre los brazos. Grita: "¡Viva la revolución! ¡Viva el socialismo! ¡Viva Venezuela Libre! ¡Viva Bolívar! ¡Viva la juventud! ¡Viva la lluvia! ¡Llegó la avalancha bolivariana a Caracas!".

Es jueves, y es 4 de octubre, y es el cierre de la campaña electoral. Tampoco esa tormenta tropical podría con él. Alguna vez un adversario de Mariano Moreno dijo aquello de se necesitó tanta agua para apagar tanto fuego. Esta vez, no. No hay forma. El fuego enciende todo. No hay lluvia que pueda contra él. "Las circunstancias me obligan a ser breve", advierte con una sonrisa irónica, buscando la complicidad de miles. Ninguno de los allí presentes ignora el trasfondo de esa frase. Ahí está Chávez, como puede. Ahí está Chávez, echando el resto. Ahí va, hasta el final.

No hay tiempo que perder, aunque siempre quede tiempo para felicitar a un bateador venezolano que la rompe en las Grandes Ligas, para recordar aquella otra Venezuela, la del hambre y la exclusión, la que sepultaron a fuerza de una revolución imperfecta, desprolija, contradictoria, pero tremendamente popular, profundamente entrañable, negra y pobre. "En apenas diez años hemos bajado la pobreza a más de la mitad. Pero en los próximos seis años en la patria de Bolívar debemos llevar la miseria a cero. Y eso se debe a las políticas del gobierno revolucionario y al trabajo de todo el pueblo", explica. Y con la mano intenta secarse el rostro, que empapa la lluvia impiadosa. Ahí va Chávez, no puede más con su alma, pero sigue en pie. "Chávez no le fallará a la juventud venezolana. Yo sin duda he cometido errores. ¿Quién no los comete? ¿Acaso les falló Chávez el 4 de febrero [de 1992]? ¿Acaso Chávez se rindió a la burguesía? ¿Acaso Chávez se dejó doblegar por el imperialismo?, y saben que varias veces he estado a punto de morir por ser fiel al pueblo venezolano... Ese es mi camino. Yo no les fallaré". La multitud, empapada igual que él, delira de alegría. Ahí va Chávez, a dejar en el suelo de su patria la consigna más potente de su revolución: "¡Chávez es ustedes, muchachos! ¡Chávez es el futuro!".

Ya no hay forma. No hay quien no vea esa lucha épica sobre el escenario. Una lucha entre un cuerpo que no puede más, y el fuego que lo consume. "Todos somos Chávez", repite la multitud que escucha, y grita, y levanta los brazos, y rompe la lluvia con una alegría extraña, manchada de tristeza y de preocupación, urdida por la esperanza y la ternura infinita.

Arriba, Chávez saluda con lo que le queda. El fuego lo consume.

2. "O inventamos o erramos". La cita, de Simón Rodríguez, le fascinaba a Chávez. La repetía en cuanta oportunidad se presentaba. Sus catorce años de gestión no han sido otra cosa que una continuidad de aquella frase del maestro de Simón Bolívar. Ahí está Chávez. El hombre que reinstaló la idea de socialismo en todo el mundo, cuando el socialismo parecía condenado para siempre a las páginas grises de una historia frustrada (con la única excepción de Cuba, un fósforo en la noche cerrada), de un proyecto incompleto, de un sueño demonizado. Socialismo bolivariano, socialismo del siglo xxi, socialismo que "no es ni calco, ni copia, sino creación heroica", como sentenció Mariátegui. Pero un socialismo con la particularidad de estar estrechamente vinculado a lo popular, ajeno a una matriz de pensamiento atada a las élites intelectuales. No, Chávez metió la idea de socialismo en el pueblo, bien abajo: lo fusionó para siempre con la noción de poder popular. Intentó desde su gestión avanzar en ese tránsito rumbo a ese faro estratégico. Con suerte dispar, con tropiezos y con errores, pero con la convicción de haber recuperado la única herramienta capaz de construir una alternativa real al capitalismo. Bien atrás se quedan los que tibiamente se animan hoy a susurrar un vuelo bajo de "modernización democrática", de "neodesarrollismo" o -peor aún- de "capitalismo en serio". No, Chávez quería el socialismo para su Venezuela. Y un socialismo distinto germina allí; impuro dirán los veedores de revoluciones ajenas que nunca se equivocan, que esquematizan al socialismo y no lo imaginan un tránsito complejo, arduo y no exento de pasos atrás y nuevos comienzos.

(La nota completa en la edición abril 2013 - Sudestada nº 117)

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El colectivo de Revista Sudestada esta integrado por Ignacio Portela, Hugo Montero, Walter Marini, Leandro Albani, Martín Latorraca, Pablo Fernández y Repo Bandini.