Meteoritos

Que 2013 haya comenzado con la renuncia de un Papa y la caída de un meteorito sobre Rusia parece una invitación a darle la razón a quienes defendían, hasta hace poco, el apocalipsis maya. Pero todo vuelve a su curso de extraña cordura capitalista cuando recordamos que, en verdad, el mundo ya está patas arriba.

El principio de tamaña explosión apostólica fue la revolución informática impulsada por un solo hombre, el creador de WikiLeaks, que develó al mundo las cloacas del poder. Así, un modesto mayordomo develó las miserias palaciegas y abrió una grieta en el Vaticano, dejando al desnudo que, más que designios divinos tras una asunción papal, lo que existe es una lucha despiadada de empresarios con anillos de oro y largas túnicas. Así empezaron a conocerse detalles nuevos, como la red de ocultamientos de obispos pederastas, de los que habría formado parte el propio Ratzinger, o la estrecha relación del Vaticano con los líderes de la mafia italiana.

Lejos de rayos y meteoros, la corporación más poderosa de occidente se enfrenta ahora a un nuevo desafío: deberán rodar muchas cabezas para seguir tapando las miserias del millonario negocio de la fe.